lunes, 27 septiembre 2021. Estoy en la barra de un bar. Todo está muy oscuro y huele a discoteca de los 80. Un chico (mezcla entre mi sobrino Diego y mi amigo Carlos) se acerca a mí. Me cuenta que le han hecho pruebas y no han encontrado nada, que quizá esté todo en su cabeza. Le digo que quizá sería mejor que le hicieran un escáner (aunque sé perfectamente que no necesita un escáner). Sé perfectamente que no necesito un escáner, dice como si me hubiera leído el pensamiento. ¿Te acuerdas de aquella vez delante del buró?, me pregunta. Me acuerdo, le digo (aunque pienso que no fue delante del buró: fue en la mecedora, él no tendría más de cinco años, me dijo que cerrara los ojos y me besó). De repente no es un chico alto, vuelve a ser un niño, se acerca a mí y me besa. Aprieto mucho los labios, intento meterlos hacia adentro como si no tuviera boca.