abrigo verde

miércoles, 30 marzo 2022. Mi madre camina muy rápido por la calle. Va con otras personas. Lleva un abrigo verde que le queda grande y la hace parecer aún más pequeña. Yo voy unos pasos atrás, custodiándola por si le pasara algo. Veo que se sienta en el bordillo de la acera, agotada. El grupo sigue adelante sin reparar en ella. Me acerco como si me la hubiera encontrado por casualidad. No te preocupes, yo te llevo a casa, le digo. La cojo en brazos como si fuera una niña de dos años. Pesa lo que pesaría una niña de dos años.

toallas de playa

martes, 29 marzo 2022. Es de noche, estamos en la playa, pero hay una luz irreal, de película, que ilumina cada paso que damos. Gallero dice que es hora de irse. Los dice como lo diría un actor. Todos al coche, dice levantando una mano. El coche lo conforman varias toallas de playa dobladas sobre el asfalto formando un rectángulo del tamaño de un coche. Cada uno nos sentamos sobre nuestra toalla. Pienso que no va a funcionar, que así no iremos a ningún lado. En la toalla de mi derecha se sienta el actor Eduard Fernández. Me da la mano, me dice: no te preocupes.

bandeja de dulces

lunes, 28 marzo 2022. Hay dulces en una bandeja y una marca de una bandeja de dulces en el fondo de la bañera. Estoy sentada en el borde con los pies sobre esa marca. La bandeja en la mano. No sé si llevársela a mi familia (los imagino en la habitación de al lado esperándome para merendar) o limpiar la bañera antes de salir. Hago un esfuerzo por escuchar qué dicen, saber si están protestando por que tardo mucho, pero me parece que hablan de que había que coserle el dobladillo a las cortinas. Eso me tranquiliza por un lado, pero por otro es una tarea más que me tocará hacer.

esfera

26 marzo 2022. Entro en la cocina de mi madre. Mi tía está delante del fuego dándole vueltas a algo que hay dentro de un cazo. Dice que está haciendo puré de patatas pero no se disuelve. Miro dentro, solo hay agua y una esfera blanca que no sé qué es.

mercurio

jueves, 24 marzo 2022. La pared entre el cuarto de baño y el dormitorio de mi hermana es muy fina y se cae a pedazos. Le digo a mi madre que no es conveniente que duerma ahí nadie. En la tele dan un programa de música. Suena El último de la fila. Mi padre dice que odia esa música. En el que fue mi cuarto hay un váter abierto y varios muñecos mirando hacia él. Parece que vayan a tirarse de cabeza como si fuera una piscina. Busco la cámara para hacerles una foto. Cuando vuelvo, el váter es un mueble de cajones y los muñecos han cambiado de posición. Mi madre me ayuda a ponerlos como estaban, pero sin váter la foto ya no tiene gracia. Busco el termómetro en la caja de madera que hay sobre la mesa porque no me encuentro bien. El termómetro está partido en dos y el mercurio se mueve dentro de la caja. Mi padre me pregunta qué ha pasado. El termómetro se ha roto. Como todo en esta casa, responde con pena. En la tele siguen con el programa, entrevistan al público. En las gradas todos son modernos con pintas extravagantes menos uno que lleva un gorro de lana y, mientras otros cantan, lee el periódico. Es Maldonado. El periodista le pregunta algo sobre el concierto y él responde que su padre siempre decía que en la vida no somos más que el perro de la cárcel.

monedas con agujeros

sábado, 19 marzo 2022. Alberto y yo llegamos a la terraza de un bar. Nos sentamos juntos dos chicos a los que no conocemos. Todo el tiempo dicen que tienen que irse ya, pero pidiendo cervezas. Digo algo que les resulta muy gracioso porque se ríen hasta el punto en que uno se cae de las sillas. El que se ha caído envejece de repente y sigue riendo a carcajadas desde debajo de la mesa. Pienso que se parece mucho a cómo hubiera sido Antonio si siguiera vivo. Alberto dice que es hora de irse. El chico-señor del suelo, le pasa tres monedas por debajo de la silla. Las tres tienes agujeros. Alberto se las lleva para pagar. Pienso que debería haberme quedado alguna de recuerdo. La terraza del bar ahora es una habitación de hotel. Los dos chicos duermen la mona. Recuerdo que tengo que tomar un tren y salgo a toda prisa. No reconozco la calle y, además, está abarrotada de estudiantes. Todos llevan polos celestes o blancos. Le pregunto a una chica cómo se llega a la estación. No tiene ni idea. Estamos de viaje de estudios y nosotros viajamos en autocar, dice. En la acera de enfrente veo a una monja de seglar. Le pregunto. Primero se dice buenos días, dice. Buenos días, ¿por dónde se va a la estación? La monja se da la vuelta, baja a un portal y atiende a parto de una perra. Según va sacando cachorros los pone a subir la escalera hasta que llegan a la calle. Se mezclan entre los estudiantes, temo que acaben pisoteados. ¡El móvil!, recuerdo de repente. Pero al sacarlo del bolsillo no es más que una hoja de papel con unos números pintados a boli. Aun así intento escribir con el dedo sobre el teclado: cómo llegar a la estación desde mi ubicación. La hoja de papel responde, pero responde lo que le da la gana. Me muestra habitaciones de hotel y bares de moda. Pienso que me he olvidado de recordarle al supuesto Antonio que el tren sale a las 17h. Intento volver sobre mis pasos, subir de nuevo a la habitación, despertarlo y salir juntos hacia la estación. Imposible, la calle está cada vez más llena de estudiantes y cachorros.

piedras sueltas

viernes, 18 marzo 2022. Villagrasa dice que suba a sus hombros, que las aceras están mojadas y no quiere que me ensucie los zapatos. Me hecho como un fardo sobre sus hombros. Pesas poco, dice. Llegamos a una calle sin salida que da a un terraplén que han cubierto con piedras redondas del tamaño de un puño. Aquí van a construir una fuente, dice Villagrasa. Efectivamente, sobre las piedras comienza a chorrear agua. Estamos disfrutando del espectáculo en el filo y las piedras comienzan a despegarse. Pienso que han hecho la fuente a todo correr, que no las han unido con cemento. Caemos al vacío. Cierra los ojos y déjate resbalar suavemente sobre ellas, le digo. ¿No vamos a morir?, pregunta. No, no te preocupes, este es mi sueño y moriremos cuando yo lo decida, respondo.

escalera tapiada

miércoles, 16 marzo 2022. Llego al edificio donde viven mis padres. Han cambiado la puerta de madera por una metálica. Abro con la nuevo llave magnética. Al entrar al portal, de las dos escaleras que había (una a la derecha y otra a la izquierda) han tapiado una, la izquierda, la que lleva a la casa de mis padres. No la han tapiado de cualquier manera, han usado las mismas piezas de mármol. Parece como si allí nunca hubiera habido nada. No sé qué hacer ni a quién preguntar. Tampoco sé cómo podré demostrar que allí había una escalera.

carnaval

lunes, 14 marzo 2022. Estoy en un gran almacén junto al mostrador donde están las cajas para pagar. Las chicas están muy ocupadas porque todo el mundo quiere que les envuelvan las compras para regalo. Cuando me toca, no encuentro la tarjeta de socia, tampoco la de crédito. Vuelco la cartera sobre el mostrador y le pido a la chica que me ayude. La chica tiene una paciencia extraordinaria. El chico que está a mi lado dice que ahora vuelve, que le guarde el sitio. Miro al suelo y veo que hay tarjetas caídas, pero ninguna es la mía. La jefa de las chicas que cobran está cruzada de brazos y nos mira mal. El chico vuelve con su mujer y su hijo en brazos. ¿Eres el que se ha ido hace un momento? Su mujer responde por él: Sí, policía municipal residente en Fuengirola. No entiendo su respuesta pero me da igual y sigo a lo mío. Finalmente encontramos las tarjetas y puedo pagar. En realidad, como solo entré por hacer tiempo, he comprado una cosa muy pequeña (no recuerdo qué) que vale menos de un euro. La chica, no sé si por hacer la broma, lo mete en una bolsa enorme. La jefa bufa y se acerca, me invita con la mirada a que me vaya. Qué dependienta tan amable, le digo, para que no le eche la bronca. Al salir, es de noche y no reconozco la ciudad, tampoco sé dónde ir. Camino, me cruzo con gente joven disfrazada. ¿Será carnaval? Unos chicos con máscaras y túnicas me rodean, me empujan hacia dentro de un edificio. Hay una especie de baile. Una señora con su hijo pequeño en las rodillas me dice que con la mirada que me siente a su lado. Tiene cara de estar pasando miedo. Haz lo que te digan, dice. En un momento en el que nos quedamos solas, me dice que nos escondamos tras una puerta. La mujer ha olvidado a su hijo en la silla. Me retiene cuando voy a ir a por él. Hay que dejarles algo, si no irá a por nosotras, dice. No comprendo que llame algo a su hijo, no comprendo que prefiera salvarse ella. No comprendo nada. (Me despierto con un terrible dolor de cabeza).

perro mochila

domingo, 13 marzo 2022. Llego a los soportales del edificio donde vivo (aunque en el sueño son mucho más amplios). Han montado mesas largas con manteles de papel. Cada grupo de personas prepara un plato. Me pregunto si será un concurso o sólo una comida de confraternización entre vecinos. No conozco a nadie. Trato de pasar desapercibida, llegar hasta mi portal sin que nadie me diga que me quede a comer ni me salude siquiera. Justo cuando voy a entrar, un perro pequeño de pelo corto se abalanza sobre mí, se me agarra con las uñas a la espalda. Sigo caminando con movimientos bruscos para intentar que se suelte. Nada, parece que lo llevara de mochila. Todos siguen a sus tareas, sólo dos niñas intentan ayudarme hasta que consiguen librarme del perro. En agradecimiento, les digo que las ayudaré con su plato. ¿Qué estáis preparando? No sabemos cocinar, dicen. Haremos un postre, les digo. Las niñas dan saltos de alegría.
+
Oigo ruido en la terraza. Al correr la cortina veo que la lluvia a tirado toda la ropa tendida al suelo. Un montón de calcetines, camisas y sábanas están a punto de ser tragadas por el desagüe. Cuanta más ropa consigo recuperar, más ropa sigue saliendo.

me gusta hacer surf

martes, 8 marzo 2022. Hay una reunión en cada de Cristina (aunque en realidad es la casa de Avi, una compañera del colegio). Me aburren sus conversaciones intelectuales y me escabullo a la cocina. Es igual a la cocina de mis padres. Una mujer muy vieja y una chica escuchan con las cabezas muy juntas un transistor de los años 60. En el fuego hay una sartén y temo que se les haya olvidado. Intento decírselo pero me mandan callar. Alberto entra. Qué bonito es todo, ¿verdad?, dice. Yo miro a mi alrededor y todo está viejo, sucio y desordenado. La chica lleva el pelo casi al cero, tiene los ojos de un azul tan pálido que parecen blancos. Pienso que Alberto se ha enamorado e la chica y por eso lo ve todo maravilloso. Te has casado con la Bono equivocada, le digo. Vuelvo a la reunión. Mariona salta sobre una cama de matrimonio enorme que hay en el centro de la habitación. Alberto llega muy nervioso y busca un cigarrillo, fuma con ansiedad cuando él nunca ha fumado. Cojo mis llaves de un bol y corro escaleras abajo. No bajo escalón a escalón, bajo como si hiciera surf. Al llegar al portal me doy cuenta de que he cogido mis llaves y la de todos los demás. Las intento dejar en el buzón, pero no caben. me da igual, que se fastidien, pienso. Por la calle camino muy despacio, no sé dónde ir. Veo una jardinera sobre un murete. Hay semillas de cica caídas. Recuerdo que salud tenía algunas de adorno en su casa y cojo algunas, pero se deshacen porque se han convertido en higos muy maduros. Una chica me mira con mala cara. Estoy es un huerto urbano, coge solo lo que necesites, me dice y arranca una lechuga.

marisol

lunes, 7 marzo 2022. Enrique cabezón y yo miramos fotos de una exposición. Las fotos están pegadas directamente sin marco sobre un muro de ladrillo rojo. Pienso que es fácil que las roben. De hecho, quiero llevarme una en la que aparece Marisol de joven en la playa. De repente las fotos caen ordenadamente al suelo, unas sobre otras como si formaran un libro. Busco la de Marisol, pero no aparece. Enrique dice que es la foto más valiosa porque es la única que existe de Marisol en la playa.

un buen viaje

martes, 1 marzo 2022. Voy en un autobús con la cabeza pegada a las ventanillas horizontales superiores. Oeste se me acerca y me dice algo al oído. Cierro los ojos y pienso que todo va bien. Cuando salimos del bus, Violeta me da dos muestras de perfume. Abro uno de los sobrecitos. ¡Yo olía así!, le digo entusiasmada.