jueves, 4 agosto 2022. Estoy en la cocina de la casa de mis padres ordenando el reciclaje. Como siempre, mi hermana ha mezclado cartones con plásticos y latas. Incluso hay un bolso color grosella nuevo (aunque muy feo). El bolso pesa muchísimo. Saco unas bolas de goma, otras de metal y unos llaveros. Temo que también haya tirado llaves. Rebusco en todos los bolsillos. Encuentro un llavero de barro (una olla con unas cadenas). Me da pena tirarlo, pienso en la persona que lo hizo (se nota que está hecho a mano). Le quito las cadenas con unas tijeras de las uñas. Mi madre dice que supondrá demasiado trabajo para nada, pero las quito en un segundo.
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Alberto y yo buscamos una librería que había en Madrid, donde solo vendían libros de medicina. La calle ha cambiado, ahora solo hay bares. Vemos una luz muy tenue y entramos. La librería no está igual, ahora venden libros "normales" y cachivaches de papelería (gomas de borrar con formas raras, lápices flexibles). Sobre el mostrador hay un libro con las cubiertas blancas. Es de Manuel Rico, dice la dependienta. No sé si se refiere a que lo va a comprar o lo ha escrito él. Lo veo a lo lejos paseando (la librería tiene dentro un patio, que más que patio es todo un pueblo blanco andaluz). Veo que charla con Alberto y me acerco a saludar. Por el camino me cruzo con unas adolescentes que hablan de él (se supone que una de ellas es su hija). Cada vez que quiero acercarme ellas, sin querer, me cortan el paso. Acabamos en una sala de cine que solo tiene tres filas. Proyectan una película con las luces encendidas.