jueves, 2 marzo 2023. Voy hacia casa de mis padres por la plaza de los monos. Veo una farmacia donde anuncian los mejores pepitos de pollo. Dudo si comprar uno para la cena, pero hay mucha cola. Ya me prepararé algo, pienso. De repente llevo una escalera metálica al hombro. No sé cómo ponérmela para no golpear a nadie ni mancharme (está muy sucia). Para evitarlo, me meto por distintas farmacias (hay varias seguidas). Me da un poco de vergüenza pasar así pero lo prefiero (me tapo la cara detrás de la escalera). Al llegar al portal veo que salen mi madre y mi hermana en bata. ¡Dónde vais tan desabrigadas! Me enfado porque las dos han estado con catarro. Consigo retener a mi hermana pero mi madre sale a tirar la basura. Las empujo hacia el ascensor. En el ascensor hay trapos o moqueta levantada que no deja que las puertas se cierren. Meto a mi madre a empujones. Mientras mi hermana y yo esperamos, se apaga la luz. Al encenderla, aparecen un padre y su hijo cargados con las bolsas de la compra. Turistas, pienso. El hombre pregunta en francés si merece la pena tomar el ascensor. Ça dépend de l'étoile, le digo. Se ríen y comienzan a subir. Pas de l'étoile, de l'étage, les digo cuando ya han desaparecido.