domingo, 18 noviembre 2012. Llego a una playa donde no hay ni un centímetro libre. Todo está lleno de sombrillas y toallas. La playa tiene varios escalones de arena, resulta muy difícil caminar. A lo lejos veo a Chivite buscando también un sitio. Cuando llego a su lado se ha hecho de noche, no queda nadie. Chivite se quita los pantalones, se deja la camisa puesta y corre hacia el agua. Hace el muerto cerca de la orilla. Es noche cerrada, pienso que debería volver a casa, pero no quiero dejar a Chivite solo. Me siento en la arena y sigo el rastro de su camisa blanca para no perderlo de vista.