miércoles, 22 noviembre 2012. Me persiguen. Conocidos y desconocidos. Incluso niñas que estaban conmigo en el colegio y a las que no veo desde hace años. Cuando parece que van a cazarme se paran, disimulan, me dejan que encuentre una salida, y cuando vuelvo a escapar vuelven a perseguirme. Me canso, me paro definitivamente. Hay una chica rubia, preciosa, en un descampado. Separa botellas, por colores, en distintos contenedores. ¿Crees que si les digo que vamos a casarnos, me dejarán en paz?, le digo. La chica se ríe, la chica no dice nada.