domingo, 13 julio 2014. Camino hacia la casa de mi abuela, elijo el camino más largo para poder pensar. Pienso en el futuro, elaboro conversaciones mentalmente. Al llegar, la casa se ha convertido en un bar. El pasillo y el patio están llenos de gente apiñada bebiendo y comiendo enormes platos de lo que parece comida alemana. Le pregunto a una chica si ha visto mi bolso verde (yo no tengo ningún bolso verde). La chica dice que está en la ventana. Consigo entrar en el dormitorio, pero la ventana está cegada con varias capaz de mosquiteras metálicas. Al volverme, veo que el dormitorio es sólo un cuarto en ruinas. En el suelo hay cientos de juguetes rotos, míos y de mis primas. Intento salvar algunas cosas, recortables, figuritas de animales, recuerdos de viajes. Pienso que en realidad nada de eso es mío, sólo se parece, así que lo dejo en el suelo, entre los escombros y salgo. La gente se ha ido. Le pregunto a mi hermana si ha visto mi bolso verde. Está ahí, señala a ninguna parte.