viernes, 11 julio 2014. Luciano me cuenta que cuando le preguntan por mí no sabe qué decir y por eso ha venido a verme. Mientras me habla, jugamos tumbados en el suelo con unos cactus muy pequeños de goma. Esto es para siempre, dice. No sé si se refiere a nosotros o a los cactus que se quedan pegados a nuestros dedos.
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Llego a una papelería. Una señora con trenzas rubia corre entre las libretas, me ofrece varias con cuadrícula. Le hablo en inglés, le pido páginas blancas de la marca Canson o Guarro. ¿Guaro?, repite ella. Le digo que sí. Cada vez que me enseña una libreta y le digo que no con la cabeza, la parte en varios trozos sin dificultad.