sábado, 9 enero 2016. Una chica y su hija van a llevarme al aeropuerto. Conduce muy rápido, en cada curva pienso que vamos a morir. Paran frente a una tienda de segunda mano. Se las ve entusiasmadas con unos zapatos muy flexibles. Son de plástico, les digo. Hay rollos de seda negra, pero cuando las toco se deshilachan. Llevamos tanto tiempo en la tienda que me siento en la obligación de comprar algo. Elijo un bastón de caña de bambú que se pliega en tres partes. Pienso que no llegaremos a tiempo al aeropuerto y que, además, no me dejarán pasar el bastón aunque lo pliegue.