accidente y cemento de mantequilla

viernes, 1 julio 2016. Vamos en el coche. La carretera es estrecha y mal iluminada. Pienso que hemos pasado por el mismo lugar varias veces. Llegamos a unas curvas muy juntas y muy cerradas. Al final no hay nada y caemos al vacío. (Me despierto llorando).
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Vamos por la calle. Alberto y yo discutimos por algo. Caminamos calle Ferrándiz arriba. Jonás me toma del hombro, intenta consolarme.
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Esto en un vagón. No conozco a nadie. Me siento sola al final. Un tipo entra con una cámara. Dice que es para la tele. Voy a esconderme entre los demás pasajeros. El vagón es ahora una clase con pupitres. Daniel me tiende un texto en francés, quiere que se lo corrija. Lo ha escrito sobre una página ya escrita de un libro. Veo a Francis en primera fila. En el suelo hay tres broches. Los recojo, le digo que nos pierda. Dice que no son suyos. Entonces me quedo este, le digo. Es un broche grande con la cara de Esther (la de "Esther y su mundo"). Una mujer muy arreglada saca una lista de preguntas. Francis responde a todo. La mujer me mira con cara de decepción. Le digo que casi no oigo y por otro no entiendo lo que oigo. Me tiende una cerveza con aspecto de miel y la dejo sobre una cama turca. Nos pregunta si Papá Nöel está vivo o muerto. Pienso que es una pregunta trampa, si digo que está muerto reconoceré que existió. La mujer sigue haciendo preguntas. Me hago una bola y me echo al suelo a llorar amargamente.
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Estoy con un grupo de amigos en una especie de verbena. Me siento profundamente triste, hago bromas, todos ríen. No quiero que noten nada. Sonia me pregunta qué me pasa. Le digo que se lo contaré a Cristina. Me voy a enterar de todos modos, dice. Aparece Alejandro con un grupo de chicos, parece que han preparado una coreografía. A una chica se le ce un póster que ha pegado en la pared. Alejandro dice que ha aprendido a pegar pósters sobre cemento con los ojos. Toma una pajita de un refresco y la empuja con el ojo. La pajita entra como si el cemento fuese mantequilla. El póster queda perfecto. Aparece un señor con peluca y gorra al que todos conocen, le llaman Ismael. Les digo que no se llama así y que es un coleccionista de firmas de Marisol que conocí en un hospital. Según hablo me voy poniendo todavía más triste.