martes, 29 noviembre 2016. Por la imagen, da la sensación de que estoy en huelga o pidiendo a la puerta de una iglesia. Sólo estoy descansando, tumbada en los escalones con una manta sobre las piernas. Se acerca Corcobado y señala la manta. Habla, pero no puedo oírlo, sólo veo que mueve los labios. Me levanto a saludarlo. Me doy cuenta de que sólo llevo una camisa masculina blanca, las piernas desnudas, y vuelvo a tumbarme. Él sigue hablando, parece triste. Mis hijos, le oigo decir. De repente estamos en la casa de mis padres. Yo, en la misma posición, pero en el suelo. Corcobado dice que necesita una ducha. Puedo oírlo. Me levanto y le señalo dónde están las toallas. Me mira de arriba a abajo. Me miro las piernas, las tengo blanquísimas. Tú siempre con las piernas desnudas, me dice.