miércoles, 24 2018. Estoy sentada frente a Antonio. Parece un bar, aunque no hay nadie más, ni siquiera camareros. ¿Y ese anillo?, pregunta. ¿Te acuerdas de aquel anillo celta que te regalé?, respondo. Dice que no se acuerda, que seguramente se lo regalaría a alguna novia. No sé cómo explicarle que me hubiera gustado recuperar aquel anillo cuando murió, pero como me pareció imposible, intenté sustituirlo por ese que llevo ahora. No quiero decirle que está muerto por si no lo sabe. No sé cómo explicarle que ese anillo es lo más parecido que encontré a uno de sus poemas. Lo miro, está esperando mi respuesta. Iba a hacerme un tatuaje, pero pensé que era mejor comprar este anillo, le digo al fin.