lunes, 28 mayo 2018. Parece una fiesta jipi en un cortijo. Hablo con una chica que se parece a Ana Belén. No sé de qué hablamos, pero acabo por decirle que le han salido muchas canas. Cruza los brazos sobre la mesa y hunde la cabeza, solloza. Me explica que es por el año que ha pasado, y yo asiento (en el sueño consta que yo sé que ha estado cuidando de su padre hasta que murió). Le pregunto si su padre tenía canas. Sí, dice emocionada. Le digo que todo se hereda. Al levantar la cara feliz, me doy cuenta de que no es Ana Belén. ¡Pero si eres Lolita!, le digo. Todos se ríen porque es Rosario. Después aparece una chica y decide teñirme el pelo de azul marino. Y yo la dejo.
tsunami y disculpas
domingo, 27 medio 2018. Llegó a casa de Salud. La habitación de Paul está desordenada. Hago la cama y ordenó sus cosas. Salud dice que no hace falta porque no volverá hasta el mes siguiente. En ese momento entra Paul. Nos sentamos en el jardín, me cuentas qué tal le va en Murcia. Oímos un ruido. Hazte pequeño, le digo con urgencia. Ahora es un muñeco de no más de diez centímetros. Me lo guardo dentro de la camiseta y corro a abrazarme a una farola. Se supone que llega inminentemente un tsunami.
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Llego a un bar. A la entrada hay tornos como en el tren de cercanias. Las monedas de me caen varias veces. Finalmente consigo entrar. Es un vagón-bar cuadrado con sofás tipo módulos alrededor. Solo hay señoras mayores. Intento encontrar a alguien conocido. Veo a Adriana, está llorando. La consuelo acariciándole el pelo. Se acerca Christina Rosenvinge. Saluda levantando el pulgar. Le doy la mano, creyendo que me la tendría. Nos reímos, no sabemos que decir, nos disculpamos. Somos cada una más tímida que la otra. Le pido disculpas por un libro que le envié hace años. Le digo que era muy malo, que ahora escribo mejor.
buitres y chanclas
sábado, 26 mayo 2018. Una mujer coloca a su perro en un paso de cebra. Le ha atado las cuatro patas. Le pregunto qué pretende. Dice que quiere librarse de él y va a dejarlo allí para que lo atropelle algún coche. Intento ayudar al perro, pero se va haciendo cada vez más grande hasta que llega a tener el tamaño de un caballo. Entro en un bar en busca de ayuda, pero alguien dice que los buitres han llegado y se lo están comiendo.
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En casa de los vecinos de mi abuela hay una fiesta. Están toda mi familia y algunos de mis amigos. Algunos llegan con su propia silla. Sonia y Míchel llevan sillas de tijera. Alguien le dice a Sonia que no coja peso. Le pregunto si está embarazada y me responde cambiando de tema. Oigo cantar el cumpleaños feliz en la cocina. Hay otra fiesta paralela. Todos se han puesto de acuerdo para regalar algo a Vicente y no han contado conmigo. Cuando veo el regalo (unas chanclas azules usadas muy cutres y un tanga a juego), me alegro de no tener nada que ver. Me acerco a darle un beso. Hablamos de los viejos tiempos y de Peter Frampton.
fantasma y barro
martes, 22 mayo 2018. Es de noche y hay ropa tendida. Miro hacia la terraza y veo pasar a un niño en pijama. Pregunto si lo ha visto alguien más o ha sido una alucinación. Todos lo han visto, pero a nadie parece importarle. Mi padre sale a buscarlo. Está lloviendo barro.
perro perdido
lunes, 21 mayo 2018. Una chica me pregunta si un perro de lanas que lleva con ella es mío. No me gustan los perros, respondo. El perro me mira con cara de pena. Decido ayudarla a encontrar a sus dueños. Cuando vamos a preguntar en una heladería, el perro nos dice que lo ataron a la puerta de un estanco.
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Necesito comprar urgentemente una libreta y un lápiz. No encuentro ninguna con las páginas en blanco, todas tienen cuadrícula o rayas. Veo a un montón de gente que baja por un camino estrecho hacia la playa. La playa está cubierta de nieve y todo el que pasa se hunde hasta las rodillas. Llegamos a un restaurante. Dos chicas montan una mesa sólo para mí delante de las puertas de los servicios. Ir y venir de gente, mal olor y ruido de cisternas. Subo al comedor. Hay una mesa enorme preparada. Por una parte no quisiera cenar con toda esa gente a la que no conozco, pero por otra me sienta mal que me hayan sentado sola. Los comensales se arremolinan para escuchar a alguien que se ha puesto a leer poemas. Reconozco los poemas. No son así y además pronuncian mal los nombres de los autores. No digo nada. Me escabullo como puedo.
brush
sábado, 19 mayo 2018. Entró en un cuarto de baño muy sucio. Detrás del váter, donde debería estar la cisterna, hay un frigorífico abierto. Un chico come sobre una mesa abatible que se apoya en el váter. Intento limpiarlo con cuidado con una manguera y un brush de los que usan para limpiar las cubiertas de los barcos. El chico se enfada muchísimo porque dice que le he salpicado sus pantalones nuevos. Me sorprende su repentina escrupulosidad. Detrás del váter descubro un perro muy flaco y una iguana a la que alguien ha pintado el lomo de colores. Busco algo en el frigorífico para darles de comer.
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Salgo de una tienda de altavoces en miniatura. Al verme reflejada en un espejo me doy cuenta de que voy desnuda. Llevo la ropa doblada sobre el brazo. Me visto tranquilamente y vuelvo a mirarme en el espejo. Esa ropa no es mía y no sé de dónde ha salido.
carroza y calzoncillos sucios
viernes, 18 mayo 2018. Hay mucha gente esperando en la calle. Pregunto. Al parecer ha muerto la abuela de Odila y han organizado una cabalgata en su honor. Odila y su madre bailan sevillanas vestidas de flamenca en una carroza.
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Estoy en la azotea de un hotel. Cada vez que me asomo al jardín, más alta está la azotea. Distingo a Sonia y Míchel que caminan en bañador hacia la piscina. Los saludo desde arriba. También veo una aglomeración a las puertas de un hotel. Se supone que se celebra una boda. Bajo. Sonia lleva un abrigo con botones enormes. No sé cómo le ha dado tiempo a cambiarse. Dice que tengo que darme prisa. Corro a recepción. En el hall se han colado pájaros. Una chica me pregunta si soy la de la 8, la que no sabía usar el cepillo eléctrico para peeling. Le digo que soy la de la 6 que no tenía secador. Me acompaña con otra chica, pero en vez de llegar a la habitación llegamos a una sala de exposiciones. A la entrada, un chico me dice que está haciendo una encuesta. Me enseña tres calzoncillos: blanco, beige y gris. Tengo que elegir uno. Elijo el más limpio. El chico lo apunta en una libreta, parece contrariado. Le digo a las dos chicas que entren ellas a la exposición, yo tengo una boda.
canadá
miércoles, 16 mayo 2018. Suena el teléfono, está en una especie de montacargas que hay en el pasillo. La voz me resulta familiar, pero hasta que pasa un rato de conversación no reconozco a Omar. Lo noto triste, le pregunto dónde está. En Canadá, dice. Me cuenta que quiere que convierta la novela en un libro de poemas y él la ilustrará con fotos. Después se queda callado, no sé si está llorado. No le pregunto. Por no colgar, le voy describiendo lo que veo. Recorro la casa, veo humedades en techos y paredes.
tijeras y botas de montar
martes, 15 mayo 2018. Estoy en la cama. Delante tengo un pasillo largo en penumbra. Veo la silueta de un hombre rebuscando en un cajón, levantando unas tijeras enormes para mirarlas bien a la luz. El hombre se acerca y me clava las tijeras a la altura del hígado. (Justo donde me dolía por la noche cuando me acosté.)
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Alberto y yo estamos de visita en una especie de convento. Hay un pasillo larguísimo con puertas a los lados. Una campana indica que es la hora de comer. Llegamos a un comedor de mesas corridas y nos sentamos con una familia. Alguien dice que a fulanita y menganito les han tocado unas botas de montar y pueden ir a recogerlas. Una pareja chico/chica muy jóvenes corren entusiasmados hacia la puerta. Miro a Alberto como diciéndole: Yo aquí no me quedo ni muerta.
el hotel de las duchas rotas
lunes, 14 mayo 2018. No sé dónde estoy. A ratos parece un hotel y a ratos un edificio en obras. Voy a las dichas, pero a unas les falta la propia ducha, a otras el agua ya otras todo. Además, unos albañiles no dejan de entrar y salir. Salgo a la calle. Todavía no ha amanecido. Me siento feliz mientras camino por calles vacías. Aparece un cubo con abrigo largo y muleta. Me amenaza. Me fijo en que yo llevo un brazo escayolado. Le advierto que mi manejo de la escayola es legendario. Me echo a reír cuando me oigo decir legendario. No sé volver al hotel de las duchas rotas. Le pregunto a una chica que a su vez me pregunta si me gusta la ciudad. Le digo que sí. Se burla de mí, dice que es la ciudad más fea y aburrida del mundo.
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Tengo que comprar regalos para toda la familia. Pienso que los regalos son un invento estúpido y esta vez regalaré cosas prácticas. Busco unas toallas para mi madre. Alguien me dice que están al fondo de la tienda. La tienda está muy desordenada. Al fondo hay una habitación vacía con un armario empotrado. Dentro hay moldes de silicona para hacer cubitos y especieros de plástico.
carrito de abono
viernes, 11 mayo 2018. Mi madre quiere que la acompañe al jardín militar. Lleva un carrito de la compra con lunares morados, muy feo y muy roto. Le pregunto de dónde lo ha sacado. Es el carrito del abono, dice. Cuando llegamos, saca abono a puñados y lo va echando a los setos que rodean los parterres. Y ahora acompáñame a la policía, dice. Quiere que le paguen lo que le ha costado el saco. Pienso que la tomarán por loca y prefiero esperarla fuera. Al rato sale contentísima. Mira, me han dado 92 euros. Pero si el saco tenía el precio y sólo costaba 9,80. Es que no me acordaba cuánto me había costado y he dicho un número al tuntún.
luz circular
miércoles, 9 mayo 2018. Se supone que es la casa de mis padres, pero no se parece en nada. Las habitaciones están alrededor de una terraza con plantas que trepan para dar sombra. Eso hace que todo tenga una luz perfecta. Llaman al timbre. Es él, dice mi madre muy contenta. Oeste entra con un libro en la mano. Es tan alto que tiene que doblar la espalda para que pueda abrazarlo y, aun así, tengo que ponerme de puntillas. Nos sentamos en la terraza. Mi hermana se asoma por una ventana, dice que se va a la cama y que no hagamos ruido. Suena el móvil, Oeste da vueltas por la casa, alrededor de la terraza mientras habla.
dorayakis de brasero
lunes, 7 mayo 2018. Ruedan una escena de la serie "Dinastía" a la puerta de Carrasquilla, frente a la casa donde vivía de niña. Linda Evans parece realmente enamorada del hombre al que besa. Intento esquivarlos para poder entrar en la tienda de Carrasquilla. Evans deja a su amado y entra conmigo. Nos sentamos al rededor de una mesa camilla que hay en un roncón de la tienda. Pongo un cucharón de masa de dorayakis sobre el paño que cubre la mesa. Me parece que va a tardar un poquito porque el brasero no está suficientemente caliente, le digo con la mirada. Ella asiente con una sonrisa como sólo lo haría una estrella de Hollywood.
talla pi
viernes, 4 mayo 2018. Busco un sujetador entre cientos que hay en unas perchas. Todos son iguales, todos me parecen pequeños. No encuentro nadie a quien preguntar. Todos tienen aros, pero no medio, sino una circunferencia completa. Por fin encuentro uno de mi talla. al mirar la etiqueta, veo que es la talla pi.
traidores
jueves, 3 mayo 2018. Unos chicos con pinta de perro-flauta son los encargados de entregar un premio. El premio consiste en unos gorros de lana y tela muy mal hechos y muy sucios. Aún así me pongo el mío como todos los demás y les doy las gracias. Después hablan de tomar algo en una azotea. Desde allí puedo ver mi casa. Está encendida. Veo a Alberto, Mariángeles y Salud sacando libros de la estantería y metiéndolos en cajas. Pienso que aprovechan que yo no estoy para librarse de mis libros. ¡Traidores!, les grito, pero no pueden oírme. La azotea se ha convertido en el patio de la casa de mi abuela. Hay cientos de copas y platos sucios. Hay gente cansada que dormita por los rincones. Recojo todo lo que puedo y lo voy acumulando en la cocina. Mi abuela va pasándome copas con cuidado para que no se rompan y yo las friego con mucho tiento. Cada vez que aclaro una copa, al dejarla en el escurridor, se convierte en un puñado de cubiertos de postre. Mi abuela y yo nos miramos algo sorprendidas, pero no decimos nada y seguimos con nuestra tarea.
intuición
miércoles, 2 mayo 2018. Parece que estamos en un colegio mayor. Tengo que arreglarme para ir a clase, pero no encuentro mi ropa. Salgo a toda velocidad hacia unos grandes almacenes. Están a punto de cerrar. Subo y bajo escaleras mecánicas para nada. Una vez en la calle, pienso que quizás Eduardo pueda ayudarme, pero no recuerdo su teléfono ni sé dónde vive. Camino por la calle mirando cada casa, esperando que la intuición o la suerte me lleve hasta él.
vueltas felices
martes, 1 mayo 2018. Joan da vueltas como un derviche en una plaza con adoquines. Se le ve feliz. A cada vuelta se va haciendo más y más grande. Me alegro tanto de verlo, que me abrazo a él y quedo colgada de su cuello. ¿Te acuerdas de aquello que hablamos de las bocas blandas?, ¡pues eras tú!, le digo como si hubiera descubierto algo importantísimo, y seguimos dando vueltas.
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