miércoles, 9 mayo 2018. Se supone que es la casa de mis padres, pero no se parece en nada. Las habitaciones están alrededor de una terraza con plantas que trepan para dar sombra. Eso hace que todo tenga una luz perfecta. Llaman al timbre. Es él, dice mi madre muy contenta. Oeste entra con un libro en la mano. Es tan alto que tiene que doblar la espalda para que pueda abrazarlo y, aun así, tengo que ponerme de puntillas. Nos sentamos en la terraza. Mi hermana se asoma por una ventana, dice que se va a la cama y que no hagamos ruido. Suena el móvil, Oeste da vueltas por la casa, alrededor de la terraza mientras habla.