domingo, 31 marzo 2019. Entro en un bar donde se supone que me he dejado la mochila la noche anterior. Están entregando un premio. Sonia cruza los cerdos para que gane Míchel, pero gana Adriana. Se levanta muy enfadada y dice que se va para siempre. Salgo detrás de ella, pero ya no está. La dueña del bar me acompaña un rato por la calle. Le cuento algo sobre un abrigo que robó mi cuñada en nochevieja, se ríe. Aparece su novio. Dice algo sobre el fuego. Es muy bueno, le digo, cuando llegue a casa escribiré un poema. Es muy tarde, me voy, digo y salto a la carretera. Corro entre los coches como un coche más.