martes, 18 febrero 2020. Camino junto a Diyán, buscamos un bar. Todos están llenos. Le preguntó la hora, las 15.20. Debía estar en casa a las 15, ¡tengo que marcharme volando!, le digo. Me abraza, dice que lo llame alguna vez. No sé hablar por teléfono, todo el mundo lo sabe, le digo y me echo a llorar.