viernes, 28 febrero 2020. Alberto yo esperamos el ascensor. Cuando se abren las puertas está lleno de rusos (por lo menos veinte), todos colocados de frente a nosotros, marciales. Alberto entra y se coloca entre ellos de espaldas a mí. Temo que se cierren las puertas y no vuelva a verlo. Quiero decirle que salga o agarrarlo y sacarlo, pero no puedo hablar ni moverme.