funeral y harina de garbanzos

lunes, 11 octubre 2021. Se supone que una chica ha muerto. El ataúd está en el centro de lo que parece un campo gigante de fútbol y en las gradas están sentados todos los alumnos de su colegio. Oeste y yo entramos los últimos. Él se sienta en el último asiento que queda libre en la última fila de las gradas. Veo a mi madre en el campo, junto a otras dos personas, empujando un trasto enorme que parece muy pesado. Lo hacen sin esfuerzo aparente. Pienso que la mueve el pundonor, pero por la noche le dolerá todo el cuerpo. Por los altavoces anuncian que ha llegado una profesora (no recuerdo el nombre) y todos aplauden. Más que un funeral parece una fiesta de fin de curso, pienso. La profesora lleva sobre la ropa una especie de traje-burbuja transparente con flores de plástico pegadas. Cuenta desde el campo anécdotas de la chica. No sé qué hago allí, pero no veo a Oeste para despedirme ni a mi madre.
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Busco recetas de tortilla de patatas veganas (en vez de llevar huevo, llevan harina de garbanzos). Como si la calle fuera una página web, pulso en distintas personas que me responden mecánicamente. Cada una me da una receta diferente. Veo a mi prima Elisa y su exnovio Paco. Se les ve muy felices. Paco está exactamente igual. Miro a Elisa sorprendida del buen rollo que parecen tener y sin que yo le pregunte nada, dice: Es que yo lo quiero mucho. Ríen como tontos. Todo me parece muy extraño.