jueves, 16 diciembre 2021. Miro hacia una plaza adoquinada. Observo a un chico que juega con un control remoto desde un portal. Mueve por la plaza una especie de patinete con cuatro ruedas. El patinete choca con una señora. La señora cae como lo haría un árbol y queda tumbada completamente recta sobre los adoquines. Le hago señas al chico para que salga y vea lo que ha hecho. Corro para ayudar a la señora, no se mueve. Cuando el chico llega, le digo que la ha matado, que cómo se puede ser tan irresponsable. En ese momento la señora e levanta de un salto, es una niña rubia muy guapa. Es mi hermano, dice la niña. Pienso que solo estaban jugando. Me sienta muy mal y me alejo hacia unas gradas. El chico, de cerca, también es muy guapo. Se sienta junto a mí, me pide disculpas, me invita a salir con él esa noche. Me da un beso muy rápido. Lo aparto. Podría ser tu madre y además es mi última noche en este pueblo, solo soy una turista, le digo. Más razón para salir esta noche, dice.