etc etc etc

29 diciembre 2022. Busco los contenedores de reciclaje. Hay mucha gente celebrando algo. Me distraigo y al entrar en el supermercado me doy cuenta de que no he tirado nada. Los que entran a comprar usan unos carritos de tela rojos o morados que hay a la venta. Pienso en que no tienen complejo alguno, que me gustaría ser así. Nos soy capaz de dejar mis bolsas de reciclaje en cualquier sitio. Me voy.
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Las calles están desiertas. Desemboco en calle Larios. Hay filas de sillas a cada lado como si fuera a pasar una procesión. Se me acerca un tipo con pantalón blanco y camisa hawaiana. Pienso que es Jurdi, pero es mi padre. Me sorprende más verlo caminar por la calle que su vestimenta. Parece mucho más joven. Incluso pienso que quien me vea con él pensará que es mi novio. Lo acompaño a su asiento, entre una chica con cesto playero y un tipo con pinta de indigente. La chica y el tipo discuten. Ella critica a los pobres (así los llama), dicen que tienen al culpa de todo. El indigente protesta suavemente sin levantar la cabeza del suelo. Le digo a la chica que tiene pinta de no haber dado un palo al agua en su vida, que de qué trabaja. No voy a responder a esa pregunta, dice y se abraza a su cesto de playa.
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Llego a casa de mis padres. Mi madre pone los ojos en blanco. ¿Qué pasa? Tu hermana ha traído otro gato a casa. Lo dice y el gato me salta al pecho. Es una pequeña bola de pelo. Mi madre parece muy triste. Para animarla, le cuento que vi a mi padre por calle Larios, sin andador, caminando erguido, estupendamente. Mi madre hace un gesto como si espantara una mosca. Te llaman por teléfono, dice. Es Alejandro. Yo digo una frase y tú la sigues, dice. Nos reímos. Mi madre me pasa un libro abierto con unas líneas subrayadas para que se las lea. A Alejandro no le gustan. Es que ahora quiero escribir sin mentir, dice. Mientras hablo, mi hermana me persigue por la casa con el gato en la mano, dándome explicaciones. Entro en mi cuarto, cierro la puerta, la empuja desde fuera. Da la vuelta e intenta entrar por la ventana. Casi no oigo a Alejandro. De repente estoy conduciendo. Es de noche y, como el coche el nuevo, no sé encender las luces. Ale, si me pierdes de vez en cuando es que voy conduciendo, le digo. Nos sabía que tuvieras carnet. Es que me lo saqué hace poco, hace 25 años. Nos reímos. Hablo mientras conduzco por calles empedradas que no reconozco, decido aparcar y volver andando, pero al salir del coche veo que una ventanilla trasera está rota. Al volver a entrar, empujo sin querer al coche que estaba aparcado delante, que empuja al siguiente, etc etc etc.