sábado, 15 abril 2023. Miro una caja llena de muñecos de plástico. No son exactamente muñecos Dunkin, pero se parecen. Pienso que mi hermana los ha ido a cumulando para nada, que acabarán en la basura. Quiero rescatar alguno, pero no sé por cuál decidirme.
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Parece un centro comercial donde las paredes son cristaleras que dejan ver las demás plantas. Hay mucha gente, pero no estoy segura de si es público o gente que está comprando. Tengo delante un micrófono, cuatro periodistas me hacen tres preguntas cada uno. Respondo tímidamente, excepto al cuarto que me da más confianza pero para entonces ya a nadie le interesa lo que digo. Le pregunto a Alberto qué tal lo he hecho. El primero, dice. No sé muy bien a qué se refiere. Desde arriba, vemos que en la planta baja comienza una lectura de Tesán. Me alegra mucho verlo. Mientras lee se quita lo ropa, interactúa con el público, se tumba en el suelo y todos forman una melé sobre él. Aparece Enrique. Tampoco lee al uso, se encierra en una cabina y proyecta vídeos, hace que el público participe. Nos ve desde lejos, deja lo que está haciendo y le da una abrazo a Alberto, me da un beso, y continúa con su espectáculo. Me siento orgullosa de que todos piensen que nos conoce y nos quiere tanto que ha dejado lo que estaba haciendo para saludarnos.