sábado, 13 mayo 2023. Leo un manuscrito de Chivite que me ha llegado en un sobre. En el sobre no pone la dirección, solo Isabel y lo que parece el cerco de un vaso. No comprendo como el cartero ha sabido que era para mí. La primera página parece una carta, pero también parece una dedicatoria. Está escrita a máquina y corregida a mano, con tachones. En ella explica por qué me dedica el libro y me llama Bellyn.
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Salimos de una casa enorme en un barrio residencial, donde se supone hemos asistido a una fiesta. Alberto camina muy rápido, tanto que desaparece. Yo cargo una bolsa enorme de deporte. Al llegar a la Plaza de la Merced veo a Cristina hablando con un tipo y varias señoras. me hace un gesto de "no digas nada y pasa de largo". Al parecer le están dando una mala noticia. Mientras camino como si no la conociera, pienso en Ona, su hija, y me río sola acordándome de que le llama Loca (supongo que por el pelo rizado). En mitad de la acera han colocado unos troncos verticales. Como estoy muy delgada paso entre ellos sin problema. La bolsa de deporte me cuesta pasarla. Al llegar a la calle de mi abuela y corro para tomar el autobús en calle Cristo. Nada, viene lleno, dice alguien. Es la perspectiva, pienso. Nadie sube, solo yo. Va casi vacío. Junto a la puerta trasera hay una cobradora, como antiguamente (solo que va tumbada en vez de sentada). Me quita el bonobús, no quiere devolvérmelo, se ríe, hace bromas con las demás pasajeras (todas mujeres). No sé qué hago allí ni dónde voy. Quiero salir de allí.