miércoles, 10 mayo 2023. Vamos en un vagón de madera desvencijado. Llevamos mucho equipaje y los esquíes de madera del abuelo de Alberto. Bajamos en una estación también desvencijada. Nos sentamos en el bar del andén. Un camarero muy viejo dice (como si nos conociera): ¿Cortado, agua con gas y un vino blanco? Alberto responde que solo agua con gas y una tónica Bliss. Me extraña que conozca esa marca. Una familia, que también ha bajado del tren, pasa por delante de nuestra mesa. Le digo al padre que la copa que lleva es muy bonita. Dice que la venden en todas las tiendas del pueblo. El camarero se sienta con nosotros y explica que esas copas son antiguas, que eran en las que servían helado en los trenes de hace un siglo. El tipo deja la copa sobre la mesa como si le quemara. El camarero me guiña y dice que me la quede.
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Estoy con mi madre en lo que parece una pensión muy sucia y desordenada. Hay un montón de ropa sobre la cama como si alguien hubiese volcado una maleta. Tita E está a punto de llegar, dice mi madre y corre a abrir la puerta. Se abrazan como si fuesen niñas. Le pregunto qué tal el viaje. Mi tía dice que no encuentra pantalones de su talla, que tendrá que comprar unos de hombre.