miércoles, 6 septiembre 2023. Estoy durmiendo. Oigo que llaman a la puerta. Me levanto. Alberto abre y entran unas veinte personas (hombres y mujeres), recorren la casa y revisan cada enchufe y cada cable de cada aparato. Alberto lleva una gorra de visera y unas gafas de sol naranjas (como unas que llevaba Bono hace años). Yo estoy en camisón, pero nadie parece fijarse en mí. Alberto y el tipo más mayor se sientan frente a frente en unas butacas (que nunca hemos tenido) en un salón enorme (que la casa nunca ha tenido). El tipo dice que hay que cambiar la instalación eléctrica. Alberto le responde algo, y comienza una especie de regateo. No me interesa y salgo a la terraza. Mi tía Mari intenta avisar a su amiga Isabel María de que no suba. La vemos a parecer con dos maletas enormes (cuadradas, negras, antiguas). Le hacemos señas con las manos para que se quede abajo pero ella entiende lo contrario, saluda y dice que subirá lo antes posible. Como veo que hoy todo saldrá mal, me siento en el suelo con la espalda apoyada en la pared. La casa se ha convertido en una carpa de lona blanca. A mi lado se sienta un tipo muy estrafalario. Intenta consolarme y hacerme reír. Me suena tu cara, le digo. Eres Carlos Areces, ¿verdad? No dice nada y apoya la cabeza
en mi hombro.