martes, 7 enero 2025. Estoy en casa de mis padres. Salgo a la terraza a regar las macetas y veo que la ventana del estudio de mi padre no tiene cristal. Entro en el que fue mi cuarto y tampoco tiene. Mi hermana está en el sofá charlando con su amigo Marcos. Le pregunto qué ha pasado. Dice que eran su pesadilla y los quitó. Le digo que ahora se llenará todo de polvo, que entrarán bichos. Dice que ya pondrá otros cuando tenga tiempo. ¡Sales todos los días, en vez de irte de juerga haz cosas útiles, coño! Se me ha escapado, lo siento, nunca digo tacos, le digo a Marcos. En ese momento me fijo en que la puerta de casa tiene una ranura enorme por abajo. Veo que la gata escapa. ¿Qué le ha pasado a la puerta?, le digo. Se encoge de hombros. Pues tu querida gata se ha escapado, que lo sepas. No se mueve. Voy a la puerta y veo cómo una vecina la devuelve metiéndola por debajo. Marcos dice que él en su puerta tiene una especie de cepillo para que no entre el aire. Esta no es mi casa, díselo a ella a ver si a ti te hace caso, le digo.