miércoles, 27 agosto 2008. Una chica me persigue con una escopeta. Voy escondiéndome por donde puedo, en casas ajenas, en habitaciones de hotel. Siempre consigue dar conmigo. Una de las veces me acorrala en una habitación con las paredes forradas de madera. Pensando que ha llegado mi hora, me siento sobre un mueble y abro un libro para leer. La chica está sentada frente a mí, dice que si estoy sentada en una posición incómoda no puede matarme, así que esperará leyendo. Le lanzo un libro. Leemos. Yo procuro que mi postura sea la más incómoda posible, porque ella sigue apuntándome. En un descuido, consigo salir por la ventana. Encuentro a mi hermana en la calle y le digo que escape conmigo porque van a matarnos. Mi hermana, por el camino, se va entreteniendo mirando flores y preguntándome cómo se llama cada cosa que ve. Cuando le pregunto si no tiene miedo a que la maten, dice que no, que eso no va con ella, que la única que corre peligro soy yo. La dejo mirando un seto y me escondo en el hueco de un árbol.