max

domingo, 3 abril 2016. Parecía un portal pero era una tienda de herramientas viejas. Un hombre me pedía disculpas por no levantarse a saludar. Es que estaba cerrando, dice. Le digo que sólo voy al piso de arriba. Los peldaños de la escalera son tablas de madera muy vieja y muy mal colocadas. temo caerme. El bolígrafo que llevo en la mano se me cae entre los escalones. Bajo a buscarlo. Está entre libros y papeles viejos que hay en una caja que fue de transportar fruta. Entre las cajas aparece Max, el hijo de Eloísa. Lo abrazo, me alegro muchísimo de verlo. Le enseño la tienda como si fuese mía, demorándome en cada objeto absurdo. Max lleva la merienda en la mano, atiende a mis palabras con los ojos muy abiertos sin dejar de masticar.