jueves, 30 noviembre 2017. Un hombre que vende dientes de ajo me espera en una azotea. Se supone que estuvo en una de mis lecturas de poemas y quiere felicitarme. Me acerco. A su lado una chica lava la cabeza de un hombre con el pelo largo muy blanco. Es el alcalde, que también quiere saludarla, dice el señor de los ajos señalando al tipo que se deja masajear la cabeza con los ojos cerrados.