domingo, 3 junio 2018. Fran y Ansel van a venir a visitarme después de 46 años sin vernos. Busco y ordenó las fotos que tengo suyas para dárselas. Se lo cuento a Joan mientras visitamos una especie de biblioteca muy antigua que huele a madera encerada. Joan dice que entretenga al director mientras arranca una pegatina independentista de una puerta con cuarterones de cristal. Salimos a un patio. Allí nos espera un grupo para la presentación de un libro. Entre ellos, Cumpián y Oeste que parecen de muy buen humor, quizá porque les hace gracia ir vestidos igual, con camisas de cuadros idénticas y pantalones claros. Las camisas son iguales a una que tenía mi padre de joven y que yo me ponía de adolescente. Salimos a la calle a través de otro patio con macetas. El suelo está lleno de cristales azules rotos, como si hubiera habido una fiesta en la que sólo se ha bebido agua. El director de la biblioteca agarra una escoba y se pone a barrer. Me ofrezco a hacerlo yo, pero niega con la cabeza mientras llora procurando que no lo note nadie. Si llegó a saber que vienes te hubiera traído una cosa de corcho que tengo para ti, le digo a Oeste.