viernes, 31 agosto 2018. Vamos en coche por calle María. Al final de la calle hay una cuesta de tierra y temo que las piedras que sobresalen puedan dañar los bajos del coche. Llegamos a un hotel y nos colamos porque queremos subir a la azotea para ver los fuegos artificiales. Entramos en una habitación enorme con rampas. Trepo por las cortinas, pero no hay azotea. Intentamos escapar antes de que nos pillen. Una vez fuera me doy cuenta de que me he dejado el bolso en el cuarto de baño. Entro con seguridad y le digo a la chica que limpia que he olvidado el bolso en "mi" habitación. Para demostrarle que es verdad saco un espejo de niña y un carnet que parece de juguete.
chupete
jueves, 30 agosto 2018. Estamos en un restaurante con dos mujeres y una niña (abuela, hija y nieta). No sé quiénes son. La niña lleva chupete a pesar de tener siete u ocho años Intento convencerla de que lo use sólo por la noche antes de ir a la cama, y le cuento que mi prima tardó tanto en dejarlo que se le formó un hueco entre los dientes. No me cree. Mientras, el camarero trae platos enormes que no coinciden con lo que hemos pedido y no tenemos bebida. Al fondo, veo salir y entrar a niños gordísimos con tupé y cazadoras de cuero.
espigas rojas
miércoles, 9 agosto 2018. Se supone que he leído la biografía de una escritora y en el libro aparecía la foto de su casa. La casa es simétrica. En la foto, la escritora está sentada en una silla, bajo una jardinera de espigas rojas. La jardinera y la silla están adosadas a la fachada. Llego a la casa. Las paredes son de madera. Hay vitrinas con juguetes y objetos idénticos a cosas que tuve de niña. Un chico muy joven con cara de ruso visita la casa. Coincidimos en un pasillo con barandilla que da al patio de entrada. ¿Te hago una foto en la silla?, me pregunta y desaparece. Vuelve con espigas rojas para que la foto sea idéntica, pero la casa se ha llenado de turistas y es imposible acercarse a nada. Desde el balcón se ve un paisaje rocoso dibujado en tinta.
test de woody allen
martes 28 agosto 2018. Me encuentro con Marcos por la calle. Ha conocido a una chica y quiere hacerle el test de Woody Allen para estar seguro de que es la buena. Marcos parece muy feliz, parece un niño.
dos metros
sábado, 25 agosto 2018. Helena mide dos metros, aunque sigue teniendo cara, voz y gustos de niña. Pienso en la sorpresa que se llevará Alberto cuando la vea. Yo ando de un lado a otro intentando no perder de vista a Ariadna, que también ha crecido mucho. Se supone que estamos haciendo tiempo hasta que Alberto llegue para llevarnos en coche a la isla que tenemos en frente. El paisaje se parece al que veíamos desde el restaurante Oia.
indigente
viernes, 24 agosto 2018. Alberto aparca cerca de nuestra antigua casa. Dice que dará una vuelta mientras me cambio. Llevo pijama y botas de agua. Entro en un restaurante-papelería. Como no hay mesa libre, abro una de playa y una silla plegable que llevo bajo el brazo. Dejo varias bolsas y busco algo para ponerme. No encuentro nada, sólo pañuelos de gasa que no son míos. Decido ir a nuestra antigua casa a cambiarme. Intento ir por calles secundarias para que nadie me vea porque voy medio desnuda. Vuelvo a buscar y encuentro una camiseta de Alberto. Me visto a escondidas a la entrada de un garaje. Una chica, que se supone que me conoce, me da ánimos, dice que vendrán tiempos mejores. Supongo que me ha pensado que soy una indigente. No me extraña. Intento darle explicaciones. Al llegar a la calle principal, no es Salitre, es Fernando el Católico. No sé cómo me he alejado tanto. Están en obras. Dudo si dar toda la vuelta o cruzar por encima del cemento recién puesto. El cemento. Entro en un restaurante que han montado, sólo para los albañiles, en una peluquería. Me siento en un taburete. He olvidado dónde iba y qué tenía que hacer.
escombros
martes, 21 agosto 2018. Llego a una casa en la que se supone que ya estuve (en otro sueño), donde el dueño me enseñaba su negocio, álbumes de fotos antiguas y me presentaba a sus hijos, hijas y nietos. Esta vez están de obras. Han sacado dos mesas grandes al patio para comer. En la del fondo comen los niños. Van llegando, se acuerdan de mí, se alegran de verme. Les digo que siento no recordar sus nombres. Diga lo que diga les hace gracia. Uno de ellos me pregunta si leí sus libros. Me levanto un momento, salgo al portón a respirar. Me encuentro con las hijas. Dicen que ahora tienen que marcharse, pero que para otra vez las avise con tiempo. Van de negro y del brazo, imagino que van a misa. Los obreros en la puerta siguen sacando escombros. Cuando vuelvo, noto que llevo un cable atado que tira de mí. Intentan cortarlo con un cuchillo. Me lo saco por la cabeza. Quiero largarme de allí, pero no sé cómo.
lava rosa
sábado, 18 agosto 2018. Voy a cada de mis padres. Me cruzo con varios grupos de niños. Me extraña que vayan solos por la calle porque es de noche. Algunos caminan desorientados (parecen pequeños zombis), otros sin embargo llevan chalecos reflectantes y el mayor los guía con un silbato. Al llegar a la calle de mis padres tengo que sortear a una masa de gente (masa no es metáfora: sus cuerpos forman parte de una especie de lava o espuma densa rosa que al avanzar se va ensuciando). Por fin consigo llegar al portal. Me reciben unas niñas muy delgadas (con poca ropa, por el enorme calor que hace), se abanicándose, me dicen que no queda nadie, todos se han marchado. Mis padres también?, pregunto extrañada. Han dejado aquí sus cosas y se han ido, no creo que vuelvan, dice. Abre una trampilla que hay en el suelo. Dentro hay ropa desordenada. No es de mis padres, mi padre nunca ha usado bóxers de cuadros, le digo.
oro gratis
viernes, 17 agosto 2018. Alberto y yo entramos a una tienda que ya no existe cerca de la casa de mis padres. Sobre el mostrador hay fruta escarchada. Alberto pide una bandeja porque sabe que me gusta. La chica dice que como es de noche no puede cobrar el oro. Imagino que se refiere a las frutas amarillas (me viene una imagen de la chica poniendo al trasluz la bandeja para ver qué fruta se deja traspasar por los rayos del sol). También compramos un vino blanco que lleva dentro una rama parecida a las biznagas. Al salir la calle está cubierta de barro. Justo antes de entrar en el coche aparece Antonio. Me alegro muchísimo de verlo. Tenemos vino y oro gratis, le digo entre risas. Entramos al coche por una puerta y salimos por otra a una playa, directamente a la orilla (dejamos los zapatos dentro del coche). Luce un sol radiante.
reloj de sol
miércoles, 15 agosto 2018. Estoy en casa de mis padres, tengo que volver a casa y se me ha hecho muy tarde. Mi madre se asoma a la terraza. Dice que las calles están a oscuras, no hay ni una sola farola encendida y ya no pasan autobuses. Tendrás que pedir un taxi. Mi hermana marca un número, pero no se oye nadie al otro lado. Espero un poco. Miro el reloj de pared. ¿Se le han roto las agujas? Mi madre dice que las han cambiado por unas de sol. No comprendo nada, sólo quiero irme de allí cuanto antes.
maizena
lunes, 13 agosto 2018. Una chica japonesa monísima, con la piel muy blanca y ninguna arruga, dice que quiere operarse. Se suceden imágenes de la operación como en una pesadilla (le ensanchan la nariz, le recolocan los ojos hasta que le aparecen bolsas, le ponen prótesis en la mandíbula, etc). El resultado es un chico barbudo con cara de asesino.
+
Llego a casa de mi abuela. La cancela es una jaula. Dentro hay tres niños que parecen ingleses. La madre me dice desde su autocarabana que tenga cuidado, que no se me escapen. Entro al jardín. Ella me sigue con el más pequeño de la mano. Al llegar al comedor, una de mis tías está cenando con mis primas (son dos niñas). Todo me parece un decorado. Han cambiado los cuadros por fotos enmarcadas. La inglesa dice que su niño quiere hacer pipí y bombones (supongo que es un eufemismo para hacer caca). Mientras el niño entra al cuarto de baño, ella va a la cocina. Dice que huele a Maizena y que le gustaría tomar una. Pienso que nos ha tomado por un restaurante. Cuando mi prima Elisa (que se ha hecho mayor de repente) va a preparársela, la inglesa dice que la que ella tomaba era "sabor té". Mi prima, sorprendentemente, encuentra una caja. Bajo las hornillas hay un listado de libros que el fuego puede leer. Elisa le da a elegir. La inglesa no sabe. Elige a Mrozec que es muy divertido, le digo. Yo también cenaba Maizena de niña, les digo. Ni caso, actúan como si yo no estuviera. Me fijo en que la cocina también ha cambiado. dentro del frigorífico hay una ducha.
+
Mi madre dice que hay que pasear al perro. No sé a qué perro se refiere. me pone un pendrive en la mano. Si tiras de la correa, sale el perro, y procura no decir tu nombre porque el perro cree que vas a sacarlo a pasear y se pone muy nervioso. Miro el pen en la palma de mi mano. "Isabel", digo en alto. El pen da saltos, lo oigo ladrar.
firmas
jueves, 9 agosto 2018. Alguien dice que tenemos que firmar unos papeles. Firma al margen, dice mi tía. No hay márgenes, son una especie de recortes de periódicos muy viejos del tamaño de un billete de cinco euros. Intento escribir mi nombre, pero cuando llevo firmados dos, veo que he escrito Víctor.
disfraz
miércoles, 8 agosto 2018. Alberto va vestido muy raro. Dice que tenemos que irnos ya, que me ponga algo, que vamos a una fiesta de disfraces. Siempre voy de espantapájaros, le digo.
sombrero de gánster
sábado, 4 agosto 2018. Estoy en la primera planta de lo que parece un centro comercial. Veo la escalera mecánica y un poco de la planta inferior. Oigo decir a alguien que llega el escritor Chivite (en el sueño consta que vuelve del hospital porque se ha operado la cara). Lo veo entrar. Lleva la cara completamente vendada, gafas de sol negras y un sombrero de gánster. Se acerca a la escalera mecánica. Deseo que la escalera invierta su sentido para que no pueda subir. La escalera, por arte de magia, comienza a bajar.
desatarse
miércoles, 1 agosto 2018. Juego a que me han secuestrado. me ato a una columna que hay junto a una ventana en una habitación vacía. Espero a que algún vecino me vea, no sé bien si para que venga a rescatarme o sólo para reírme. Al cabo de un rato me fijo en que el edificio de enfrente está abandonado, así que nadie me verá. Me desato y me voy. Llego a otra habitación enorme, igualmente vacía, solo que en esta el suelo está cubierto por un colchón y una sábana enormes. Dos chicas hablan de sus cosas sentadas a la entrada. Paso por su lado sin saludar, recojo mi ropa, la meto en una bolsa de viaje y me marcho. Dejo una lista escrita a mano a las chicas. Son cosas que iba a comprar pero no pienso volver a Ikea, les digo.
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