viernes, 17 agosto 2018. Alberto y yo entramos a una tienda que ya no existe cerca de la casa de mis padres. Sobre el mostrador hay fruta escarchada. Alberto pide una bandeja porque sabe que me gusta. La chica dice que como es de noche no puede cobrar el oro. Imagino que se refiere a las frutas amarillas (me viene una imagen de la chica poniendo al trasluz la bandeja para ver qué fruta se deja traspasar por los rayos del sol). También compramos un vino blanco que lleva dentro una rama parecida a las biznagas. Al salir la calle está cubierta de barro. Justo antes de entrar en el coche aparece Antonio. Me alegro muchísimo de verlo. Tenemos vino y oro gratis, le digo entre risas. Entramos al coche por una puerta y salimos por otra a una playa, directamente a la orilla (dejamos los zapatos dentro del coche). Luce un sol radiante.