domingo, 16 septiembre 2018. Alguien me ha invitado a pasar unos días en la casa de sus padres. Hay una piscina que, a ratos, parece estar llena de gelatina verde. Una chica escribe poemas en la terraza. Le digo que debería dejar de escribir cosas cursis como "paseamos de la mano". Un chico ha perdido su sándwich. Lo encuentro detrás de una lámpara. Está relleno de albahaca y aceite. Me mancho las manos de verde. Pienso que quizá la piscina esté verde por eso, porque alguien antes que yo se haya lavado las manos allí. Comienza a llover. Todos dicen que hay que ir recogiendo. Les digo que siempre he pensado que la felicidad es bañarse en una piscina mientras llueve. No me hacen caso. Aparece una cabra y se abraza al chico que nos ha invitado. Le dice (a la cabra) que el curso ha empezado y tiene deberes de química. La cabra responde que ya lo sabe. Me sorprendo muchísimo de que la cabra sepa hablar. La cabra se vuelve, me mira y me saluda con un "Ah, hola". ¿Me conoces?, le pregunto. Sí, te conozco pero no te entiendo cuando hablas, dice la cabra.