martes, 10 diciembre 2019. Llego a la puerta de un cine que más bien parece un hangar. Hay una rampa para llegar a las taquillas. Hay muchísima gente. Alberto dice que no quiere hacer cola y prefiere dar un paseo. Me quedo. La cola va mucho más rápido de lo que se podría pensar y casi es mi turno. No sé si llevo dinero. Veo que llevo el monedero de seda rosa. No consigo abrirlo pero al tacto parece vacío. Miro hacia atrás varias veces, pero Alberto no llega. Cuando al fin es mi turno, la chica me da dos invitaciones. Al leer en mi cara que no tengo dinero, me dice: Son gratis. Le digo que yo quería ver otra película. Las retira del mostrador. No quedan, dice. Y sin mirarme dice con voz mecánica: Siguiente.