hamaca

viernes, 30 enero 2020. Llego a una sala enorme con muchos pupitres vacíos. Imagino que es el cambio de clase. Veo a Eduardo al fondo, muy serio, metido en sus papeles. Mientras avanzo hacia él van saliéndome al paso amigos (también desconocidos) que me entretienen con tonterías. Cuando estoy a tan solo un metro, su madre (está tumbada en una hamaca) me echa los brazos para saludarme. ¿Cómo te llamabas?, me dice. Me abraza, me da las gracias por cuidar de su hijo. Él sigue con sus papeles como si no nos viera, como si no estuviéramos allí. Llega un profesor. Vicente salta de su asiento y dice que me esconda (abre una puerta). Es una habitación larga forrada de madera (paredes, suelo, techo) con letrinas japonesas. Desde las ventanas se ve un bosque. Me quedo allí, esperando a que termine la clase.