martes, 10 marzo 2020. Salgo de casa. El rellano está a oscuras. La vecina se ha dejado la puerta abierta. Puedo ver su casa a contraluz y como una de sus gatas viene hacia mí. Le acaricio la cabeza y el lomo. Me parece mucho más áspero que otras veces. Veo la silueta de la vecina en su puerta. ¡Deja en paz a mi abuelo!, grita.