de tacones, maletas y toboganes

sábado, 14 marzo 2020. Estoy escribiendo en el ordenador. Llaman a la puerta. Sigo a lo mío. De repente se abre y entran varias chicas con shorts y tacones arrastrando sus maletas. Miran el piso calibrándolo. No está mal, dice una. ¿Y la terraza?, pregunta otra. Ya os podéis largar, les digo, me estáis rayando el parqué con tanto tacón y tanta maleta. Las empujo fuera, se quejan, dicen que han alquilado el piso para vacaciones.
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Un tipo me sigue por calle María. Calle María se va convirtiendo en una cuesta empinadísima que acaba en una especie de laberinto por el que lanzarse, tipo los toboganes de un parque acuático. Una señora que barre la puerta de su casa le dice al tipo que me deje en paz, que de dónde ha salido y cómo se llama. Le pone la escoba a modo de parapeto. Aprovecho para lanzarme por el laberinto-tobogán. Pero el tipo empuja a la señora y consigue lanzarse detrás de mí. Mientras bajo a toda velocidad me olvido del tipo y pienso en esa señora, y en que no me conoce de nada. Qué maravilla que todavía queden personas así, me digo.