sábado, 28 marzo 2020. Espero a la entrada de un bar. Está hasta arriba. Mientras, le regaño a una niña (que se parece mucho a mi hermana), por estar todo el día pegada al móvil. Entramos. Las mesas están muy juntas. Cada dos minutos pasa un perro enrome entre el hueco que queda entra las mesas y se frota en las piernas de una pareja muy cursi. Aguanto la risa. Una señora muy mayor, igualita a Pauline Kael, se ríe a carcajadas. Nos llevaríamos bien, pienso.