domingo, 31 julio 2022. He ido al médico, pero parece un estadio olímpico. Hay gente esperando en sillas. Llega mi turno. Detrás de una mesa de playa plegable hay dos médicas. Una me pregunta si no estuve hace poco. No, la llamé por teléfono para pedir los análisis anuales. Le explico que vi doble un día con el ojo izquierdo y ahora me pesa mucho. Ellas se miran, mi médica dice que no entiende que con esos análisis perfectos esté tan mal. La otra apunta: no bebe, no fuma. Sí bebo, le digo. Nadie dice que bebe, dice sorprendida. ¡Todos mienten!, respondo.
zapatillas
lunes, 25 julio 2022. Mi sobrina necesita unas zapatillas para hacer ballet. Encuentro debajo de la mesa una tela plateada y le hago unas bailarinas en cinco minutos. Cuando están hechas pienso que le van a quedar grandes, pero miro sus pies (de niña de nueve años) y son tan grandes como los míos.
el pasado
domingo, 24 julio 2022. Hablamos con una chica muy guapa parecida a Teresa Sebastián. Le digo que hace años la vimos leer en Edita. Se sorprende de que me acuerde. Pienso que es la mujer más guapa del mundo, pero me da vergüenza decírselo.
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Estoy en una gasolinera. Cuando voy a meterme en el coche, veo de lejos a Juan. Me saluda levantando las dos manos. Si vienes por Almería ya sabes que tienes una casa, dice.
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Alberto, Caína y yo pasamos por delante de la terraza de un bar. Hay dos chicas muy arregladas, con ropa y moños pasados de moda. Qué feas y qué cutres, pienso. Una de ellas (bajita y muy gorda) se sube a la silla y saluda. ¡Pero si es Conchita!, dice Alberto. Pienso en qué pensará la tal Conchita al ver pasar a Alberto con Caína y conmigo, tan modernas.
bolsa de lana
sábado, 23 julio 2022. El que era mi cuarto en casa de mi madre está patas arriba. Alguien dice que hay que recoger rápido porque acaba de empezar una guerra. Meto en una bolsa de Canadá (que tuve cuando era niña) algunos de mis muñecos Dunkin. Debo decidir cuáles me llevo y cuáles dejo. Cuando salimos a la calle está llena de gente huyendo. He olvidado la bolsa y vuelvo a por ella. Se ha hecho de noche, las calles están levantadas, hay barro, escombros y soldados disparando a cualquiera por todas partes. Intento pasar desapercibida. No sé hacia dónde ir.
benito bodoque
viernes, 22 julio 2022. Salgo de casa de mis padres con unas cortinas muy pesadas al hombro. Están mojadas, por eso pesan tanto. En la calle hay una especie de procesión de gente joven. Me acerco, le pregunto a una chica si sabe ya qué va a estudiar. La chica dice que no ha podido comprarle un regalo a su hija porque su madre le cobra alquiler. Llegamos a una tienda estrecha. Supongo que van a comprar material escolar para el próximo curso. En las estanterías veo muñecos. Dudo si comprar una figura de Benito Bodoque. No estoy segura porque Benito lleva un escudo con la cruz de Santiago.
cubiertos y canoa
viernes, 15 julio 2022. Me encuentro a Jonás, nos sentamos en el bordillo de una fuente. Estás muy triste, dice.
Las cosas pueden cambiar, dice. Le digo que estoy cansada de estar completamente sola. ¿Hasta cuándo?, le
digo. Ha quedado con una chica para comer, dice y me enseña un táper con comida vegana. Lo acompaño al
restaurante y pide que se lo calienten. La chica llega e insiste en que me quede, pero prefiero irme a casa. Por
lo menos llévate estos cubiertos, dice y me da un puñado de cucharillas y tenedores de postre. Al bajar las
escaleras hacen ruido en el bolsillo. Pienso que volveré después para devolverlos.
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Se supone que es mi casa pero no es mi casa, es una especie de chalet años 70 muy destartalado. En el
salón hay una canoa con dos niños y una niña. Llevan regalos de Navidad. Le pregunto quiénes son, qué hacen
allí. Me cuentan que sus padre los pusieron en el mar y no saben volver. Son de Mallorca, dicen. Les pregunto
sus apellidos o si saben el número de teléfono de su casa. Nada. En la canoa hay un calendario de un taller de
coches. Llamo por si conocen a los padres, pero creen que es una broma y me cuelgan. La niña fuma a
escondidas, el niño se enciende un puro. Los padres aparecen de repente, pero no quieren saber nada de los
niños. Los empujo a todos a una habitación para que hablen.
censura
jueves, 14 julio 2022. Presentación de un libro de cómics. A mi izquierda Pablo, a mi derecha Alberto. Alberto me enseña una de las páginas. Hay varias viñetas de diferentes autores. La última es mucho más pequeña que las demás. La autora, una chica muy joven, me explica que la pusieron más pequeña porque en el chiste el personaje aparece haciendo caca. No te censuran, pero te castigan, dice. De repente siento un dolor enorme en la columna. Pablo intenta darme un masaje, pero me duele todavía más. Aparece mi prima Elisa, pega su boca al sito del dolor y me echa aire caliente. En el hospital lo hacemos así, dice.
ping pong
miércoles, 13 julio 2022. Se supone que es la cada de Manuel. El salón no tiene muebles, solo una alfombra donde unos chicos juegan a la petanca con tres pelotas de ping pong. No sé qué hago allí. Cuando voy a despedirme hay dos Manueles en el cuarto de baño y están discutiendo. Me da mucha pena. Escribo una nota despidiéndome. Cuando empiezo a recoger mis cosas lo meto todo arrugado en una bolsa de tela, pero la tarea no acaba nunca.
damasquillos y rulos
domingo, 10 julio 2022. Estoy en la barra de un bar. No tomo nada (quizá esté esperando a alguien). A mi lado, dos chicos enormes de pelo rizado, muy morenos, con perilla, van pidiendo un plato tras otro. Le piden a la camarera un arroz. Les pone un bol de cristal a rebosar de arroz blanco con salchichas tipo Frankfurt en el fondo. Tenemos que irnos, dice uno y pide a la camarera que se lo ponga para llevar. Mientras la camarera va por un recipiente, se comen el arroz con las manos. Una de las salchichas cae el suelo. Digo, por hacer una gracia, que si estuviera en mi casa la lavaría y me la comería. El chico se lleva las manos a la cabeza (exagera los gestos), dice que eso nunca se hace. Salimos a la terraza del bar. Veo llegar a Fernando Trueba e Irene Montero y una niña rubia (se supone que son padre e hija y que somos amigos). Montero se acerca a saludarme. Los hermanos se dan codazos, una famosa, dicen y le piden un autógrafo. Ella me pregunta si sigo escribiendo la historia de la vieja. Que sí, pero que solo Oeste ha leído algunos fragmentos. Se acercan Trueba y la niña, llegan Alberto y Oeste. La camarera al ver tal revuelo nos trae la cuenta. La de los hermanos asciende a 170 euros, la mía a 140 (cuando yo no he tomado nada). Alberto la repasa y dice que no está mal. Por no discutir, no le digo que yo no he tomado nada. Le pregunto a un camarero si puedo pagar con tarjeta. Que sí, pero dentro. Las camareras cuchichean. Les digo que no conozco de nada a los hermanos, que siento todo el lío que se ha montado. Una de las chicas me dice que quiere leer mis libros. Le regalo uno que, de repente, ha aparecido en una caja de madera junto al grifo de cerveza. Le digo que puede leer mis blogs y le escribo la dirección con el dedo en el aire. Los hermanos gordos se acercan, dicen que pensaban que "los famosos" invitarían a algo y ha sido al revés, que Trueba quiere que ellos lo inviten a un gin tonic. Pago y me escabullo como puedo. Oeste me pregunta cómo va la historia de la vieja. Le digo que bien pero que no haré nada con ella, que la escribo solo para mí. Igual esto te anima, dice y me regala una bolsa de damasquillos.
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Llego a un bar con mi hermana y mi prima Cristina. Tenemos prisa. Comer e irnos, dice mi prima al camarero. El camarero mira las mesas como si no las viera. Hay muchas vacías en la terraza. Queremos fuera por el virus, dice mi prima. Me sorprende verla tan decidida, con lo tímida que suele ser. Cuando me fijo en ella, lleva la cabeza llena de rulos.
ojos de lata
sábado, 9 julio 2022. Visito a una señora muy mayor (que al parecer me tiene mucho aprecio) en una especie de claustro. Está en una hamaca de madera que me parece bastante incómoda. Me toma las manos y me dice cosas dulces. Me fijo en su cara. Nos es una cara de verdad, es una cara plana pintada en una lata. Sus ojos son muy expresivos a pesar de todo. Mientras me dice cosas bonitas, yo no hago más que pensar: tiene ojos de lata.
algora
miércoles, 6 julio 2022. Estoy con la espalda apoyada en la fachada de un edificio. En una entreplanta de la acera de enfrente veo a Sergio Algora pinchar discos, cantar y bailar. Aparece Aloma. Mira quién está ahí, digo y señalo. No puede ser, dice. Ya sé que está muerto pero está ahí.
collar de arroz
martes, 5 julio 2022. Estamos durmiendo. Se supone que es nuestra casa pero tiene una distribución distinta. A
la izquierda hay una puerta de cristal. Puedo ver cómo alguien se mueve por la casa mientras fuma. El humo
llega al dormitorio. Veo las sombras de una pareja que sale de casa con maletas. Después sale otro tipo
desaliñado. Le digo a Alberto que tenemos que irnos, que pueden volver. Al sacar el coche del garaje vemos a
dos parejas que pelean a tiros desde una acera a otra. Seguimos nuestro camino y acabamos en una especie
de cantera circular sin salida. De repente estamos otra vez en casa. Noto movimiento dentro, me asomo
desde la terraza por una claraboya y pregunto, ¿amigo o enemigo? Amigo. Es Alberto metiendo ropa en una
maleta. ¿Vas a llevar el equipito rojo o el equipito azul?, dice. Los dos, por si acaso. Cuando me miro, veo que
voy vestida de mamarracho, parece que vaya disfrazada.
+
Estoy haciendo un collar en un patio. Isabel María dice que quiere entrevistarme y mientras hablo debo seguir
haciendo el collar hasta que mida como mínimo 50 centímetros. Le digo que eso son muchos granos de arroz
(el collar lo hago con granos de arroz, minas de lápiz y piedras rectangulares de pizarra). Isabel María se aleja
y se me te en la cama. La veo darme instrucciones a lo lejos. También veo a Alberto metiendo al hijo de Isabel
María en su cuna. Por una especie de altavoz que hay en la mesa comienzan las preguntas. No las entiendo,
son muy enrevesadas, respondo lo que me parece. Mientras, voy ensartando granos de arroz y piedras en un
hilo. Violeta me ayuda. Dice que nadie como ella sabe ensartar minas de lápiz.
cono amarillo
lunes, 4 julio 2022. Se supone que estoy en Sevilla e intento salir de una cafetería muy barroca. Llegó a una
especie de estación antigua con tiendas. Una chica dice que mire al techo, que es artesonado auténtico, pero
yo miro al suelo porque tengo que bajar unas gradas que en vez de escalones tienen barrotes de madera.
Pienso que a Alberto le gustaría mucho este sitio. Una vez abajo, otra chica me pregunta si me gusta. Le digo
que me sorprende seguir descubriendo lugares así en una ciudad que he visitado tantas veces. No me hace
caso, quiere venderme algo. Al salir hay un descampado con hierbas muy secas. El aire también es seco y
caliente, me cuesta respirar. Veo a una chica sentada entre los matojos, intento acercarme pero el
descampado se empina y casi caigo. Aparece un grupo de excursionistas. Les pregunto si el camino por el
que han venido se llega a la ciudad. Dicen que les acompañe. Llegamos a unas ruinas de piedra donde hay un
servicio sin puertas. Mientras una señora orina a la vista de todos, el resto espera en sillas, a lo suyo, y nadie
se extraña de nada. Me alejo con disimulo. En otro descampado con escombros que fueron casas, veo a
Alberto y a Francis. Me alegro mucho de verlos. Antes de que pueda decir nada, Francis hace un gesto con el
índice hacia su oreja como para que oiga algo. Se oye música a lo lejos. Una verbena, le digo. Francis se lleva
el índice a los labios para que me calle. Estamos junto a unos bidones. Alguien ha tirado juguetes. Quiero
llevarme alguno, pero todos están rotos y pegajosos. De nuevo estoy sola. Sigo l sonido de la música y llego a
una especie de museo. Hay estanterías con objetos de vidrio. Aparecen Carmen, Enrique y Antonio Crespo
Massieu. Antonio dice que como las vitrinas no tienen cristal podemos llevarnos lo que queramos. Si coges
algo debes dejar algo, le digo. Coge un pato de cristal y deja un cono amarillo en su lugar. Su mujer se enfada
mucho y sale del museo. La seguimos y nos sentamos a tomar algo en una terraza que es una grada de
piedra muy empinada. La camarera nos da la carta. La carta está impresa en una servilleta de papel muy fino
que se lleva el viento.
sumidero
domingo, 3 julio 2022. Alberto va a nadar. Se supone que la piscina cubierta está en el bajo de un edificio y fuera, en la acera, la gente toma el sol (aunque por la calzada sigan pasando coches). No quiero quedarme allí. Voy a nadar contigo. Alberto dice que dejemos las mochilas en la acera. Le digo que temo que nos las roben. Solo podemos entrar con una. Paso de una mochila a otra las cosas que no quiero perder, entre ellas, el erizo César y el anillo de mi madre.
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Parece que va a haber una lectura. En las gradas de obra encaladas, esperan Juan y Manuel. Me presentan a una pareja que acaba de llegar. Me saludan como si me conocieran de toda la vida. ¿Te han dado un beso en la boca?, pregunta Juan. Niego. Dos chicas muy jóvenes aparecen y se besan delante de Manuel y de Juan. Manuel dice que lo aguanta más. Se levanta, se sienta sobre un sumidero y lee un poema. Mientras lee se va volviendo líquido, cada vez más pequeño, hasta que desaparece completamente. Corro a contárselo a Juan. Nadie hace nada.
+
Camino con Juan Luis por la calle. Levanto la vista para mirarlo. Le digo: Me pregunto cómo me verás desde ahí arriba (él mi de dos metros). Se ríe. Le digo que espere un momento y entro en una tienda a mirar unos pantalones de lino que había visto en internet (tonos muy apagados en verde, beige y rojo). Me decido por el rojo pero no hay mi talla, todas son grandes. Compro un lápiz. Cuando salgo, vamos a su hotel. Dice que lo espere mientras se ducha. Mientras se ducha, dibujo en el cristal de la mesa, con la uña, espinas de pescado.
conga
sábado, 2 julio 2022. Encuentro a mi madre con cara despistada por la calle. Le pregunto dónde va. A casa. Le doy la vuelta y la sostengo ligeramente por los hombros, la zarandeo un poco como su bailáramos la conga, para que no sienta que la sostengo, que la guío (como hago en casa). Intento que se oriente. Le voy preguntando si tenemos que ir a izquierda o derecha. Ella me guía.
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