viernes, 15 julio 2022. Me encuentro a Jonás, nos sentamos en el bordillo de una fuente. Estás muy triste, dice.
Las cosas pueden cambiar, dice. Le digo que estoy cansada de estar completamente sola. ¿Hasta cuándo?, le
digo. Ha quedado con una chica para comer, dice y me enseña un táper con comida vegana. Lo acompaño al
restaurante y pide que se lo calienten. La chica llega e insiste en que me quede, pero prefiero irme a casa. Por
lo menos llévate estos cubiertos, dice y me da un puñado de cucharillas y tenedores de postre. Al bajar las
escaleras hacen ruido en el bolsillo. Pienso que volveré después para devolverlos.
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Se supone que es mi casa pero no es mi casa, es una especie de chalet años 70 muy destartalado. En el
salón hay una canoa con dos niños y una niña. Llevan regalos de Navidad. Le pregunto quiénes son, qué hacen
allí. Me cuentan que sus padre los pusieron en el mar y no saben volver. Son de Mallorca, dicen. Les pregunto
sus apellidos o si saben el número de teléfono de su casa. Nada. En la canoa hay un calendario de un taller de
coches. Llamo por si conocen a los padres, pero creen que es una broma y me cuelgan. La niña fuma a
escondidas, el niño se enciende un puro. Los padres aparecen de repente, pero no quieren saber nada de los
niños. Los empujo a todos a una habitación para que hablen.