el mal de la muerte

domingo, 29 noviembre 2009. Estoy en, el que se supone, cuarto de mi hermana, metida en la cama, inmóvil, sin poder hablar. Mi madre está a mi lado. Intento decirle entre susurros que me gusta la distribución de los muebles y los colores que ha elegido, que si pudiera me quedaría en ese cuarto para siempre. Le digo que no lo adornaría, que sólo pondría tres fotos, una suya, otra de Beckett y una tercera que iría cambiando cada semana. Las paredes son azules, en el suelo una alfombra en tonos naranjas. Hay un mueble pintado de blanco. No me gustan esos colores, sin embargo el conjunto resulta relajante. Mi madre dice que cierre los ojos y descanse. Yo sé que si los cierro me moriré en ese mismo instante.
+
Camino por la calle en zapatillas, envuelta en una colchoneta antiescaras. Me da vergüenza, no cruzo por los semáforos para no me vean los coches parados. En la calle donde vive mi suegra han tirado muebles en el contenedor de basura. Hay una silla azul rota, muy pequeña. Le pregunto a unos niños si me la regalan. Uno de ellos se lanza de cabeza al contenedor, que está lleno de agua. Pienso que puede ahogarse por mi culpa. Saca la silla mojada y rota. Dice que va a tomarse un café para entrar en calor, me pregunta si quiero uno. Se fija en mi atuendo, me pregunta si me he escapado del hospital y si voy a morir. Sí, le digo.

híbridos

sábado, 28 noviembre 2009. Camino por la calle con una chica muy guapa mitad mi prima Cristina, mitad mi amiga la poeta Carmen Beltrán. Hablamos como si acabáramos de conocernos, sorprendidas de todo lo que tenemos en común. Hablamos en inglés. Caminamos por unas calles al sol entre edificios de cúpulas blancas. Yo llevo en la mano una esponja.
+
Estoy con un grupo de personas de distintas edades. Todos llevan carpetas y bolsas de congreso menos yo, que sólo llevo un lápiz en la mano. Buscamos un restaurante. Un chico muy alto mitad Íñigo San Sebastián, mitad Camilo de Ory, me agarra del brazo para que me siente su lado. Es restaurante es estrecho con mesas redondas, descomunales, muy bien vestidas. En cuanto nos sentamos el restaurante se llena. Todos comentan la suerte que hemos tenido. No sé qué hago allí.
+
Mi hermana dice que su dormitorio está lleno de insectos, me pide que los mate. Busca debajo de la cama, dice. Hay un colchón en el suelo y al levantarlo salen varios ciempiés. Me da pena aplastarlos. Los empujo de nuevo debajo del colchón y les digo que no se muevan. Después digo a mi hermana que ya me he deshecho de ellos, que puede dormir tranquila.
+
Mi cuñada abre una caja de cartón muy grande y saca un koala precioso que se agarra a su cuello. tengo algo para ti, me dice y me enreda una culebra en el brazo. Intento gritar pero no puedo.
+
En un cobertizo, con muy buena luz, hay una cama que ocupa casi todo el espacio. Intento encontrar una postura cómoda. Mientras, un tipo mitad Alfredo Taján, mitad José Luis González Vera, dice que ha pagado un millón de euros a su psicoanalista. Su psicoanalista, en cuestión, es una señora despeinada con muy mala pinta que está sentada al fondo del cobertizo. Yo te curaba gratis dándote dos hostias, le digo. La psicoanalista se levanta muy ofendida, sale al campo y se mete en una especie de garita abandonada. Estarás contenta, me dice el tipo muy enfadado, has conseguido que recaiga. Me asomo a la ventana y la veo tirando piedras al mar.

yumanyi

viernes, 27 noviembre 2009. Mi prima Cristina ha organizado una lectura sorpresa de poemas en la cocina de la casa de mi abuela. Ha invitado a todos mis amigos. Mi amigo el poeta Agustín Calvo Galán, me regala un tríptico en acordeón con fotos y poemas. Incluso aparece una foto de mi madre. Me siento muy feliz. Mi hermana le dice a su marido que me haga algunas fotos de recuerdo. Hero saca una cámara diminuta, me la acerca a la cara y dispara varias veces el flash directamente a los ojos. Mi hermana se enfada muchísimo y lo saca a tirones de la cocina como si fuese un niño. Todos salen de la cocina asustados, en estampida. Mi prima Cristina dice que tiene que ir al cuarto de baño y que empiece la lectura un poco más tarde. A esas alturas ya me da igual porque no queda nadie, sólo mi tía Paqui y mi tía Rosa, sentadas en unas hamacas, hablando de sus cosas.

cámara lenta

jueves, 26 noviembre 2009. Cuando voy a llevarle el desayuno a mi suegra veo que no está en la cama, la busco por toda la casa. Aparece y desaparece a ráfagas, como si fuera una niña que corre o un fantasma. Tropezamos de frente en el comedor. Dice unas palabras y cae al suelo a cámara lenta. Llamo a Alberto para que me ayude a levantarla, pero cuando él llega el cuerpo de su madre ya no está en el suelo. Rebusco entre las sábanas. Por la ventana suben voces y aplausos, me asomo. En la calle hay un campo de fútbol y están entregando un trofeo a la Selección Española. Daniel Verge me toca el hombro y dice que se va a una conferencia, y que ponga la tele porque seguro que lo enfocan. Pero en la tele sólo aparecen los futbolistas y la gente en la calle gritando.

vichy

miércoles, 25 noviembre 2009. Tres marineros se fugan de un barco aprovechando que les han dado la noche de permiso. Una chica con un chándal rojo quiere unirse a ellos. La ayudo a escapar. Corremos hacia ellos y uno sus manos. Los veo alejarse, los cuatro de la mano.
+
Camino por la calle de un pueblo muy limpio y ordenado. Hay rosales trepadores en todas las puertas de las casas. Entro en un salón de té. Voy pasando por diferentes habitaciones donde todos toman unos dulces muy barrocos de colores. La última habitación es una tienda de ropa para niños. Le pongo a una niña un vestidito de cuadros vichy blancos y naranjas, muy parecido a uno que tenía yo con cinco años. La dependienta no sabe si agradecérmelo o regañarme. La niña y su madre se van muy felices.

señor zanahoria

martes, 24 noviembre 2009. Alberto tira de la contra de una ventana y mueve todo el muro de una casa. Pienso que se le va a caer encima, pero la casa sólo se balancea como si fuera de gomaespuma. Después tira de unas ramas y recoloca todo un jardín. Mueve árboles con sólo un empujoncito. Una palmera altísima se dobla y cae cruzando la calle. Con sólo un dedo la devuelve a su lugar. Después caminamos hasta casa de mi abuela, nos sentamos en el jardín y esperamos a que amanezca.
+
Veo en una estantería unos zapatos que me gustan, pero tienen un agujero en el talón. Le pregunto a la dependienta si tiene unos nuevos. Me sienta de malos modos y me prueba a la fuerza unos zapatos horribles, azules brillantes terminados en punta. Escapo como puedo. La tienda está cerrando y no encuentro la salida. Otros clientes también huyen. Llegamos a una zona de dormitorios, pienso que explotan a las dependientas y las hacen dormir allí. En una de las habitaciones hay un sofá rojo con forma de elefante. Pienso que a Purranki le gustaría mucho. En ese mismo instante aparece Purranki con Joan Masip. Nos sentamos en el sofá y nos reímos. El sofá tiene un agujero en un lateral, meto los dedos y saco gomaespuma. Parece plastilina. Moldeo un muñeco, le pongo pelo naranja, ojos y boca. Mira, le digo a Purranki, es el Señor Zanahoria y es igual que tú.

los malvados

sábado, 21 noviembre 2009. El ginecólogo le dice a mi prima Elisa que como no podrá tener más hijos le recomienda que pegue en un álbum fotos de ella y de su marido de niños, y se hagan a la idea de que son sus hijos. Andrés saca del bolso, en ese mismo momento, un álbum que ya traía preparado. El ginecólogo aplaude como un niño. Mi prima lo abre y lee en la primera página "Los malvados". Se levanta ofendísima y se va.

cervezas

jueves, 19 noviembre 2009. Dos chicos, que parecen rusos, meten muebles en una furgoneta. Una chica que va conmigo se enfrenta a uno de ellos, lo insulta. Un momento después le ofrece una cerveza. Yo subo a casa. La chica vuelve llorosa, dice que han vuelto a discutir y que al final no nos llevan con ellos. Suena el teléfono, es el chico ruso pidiéndole perdón.
+
Alguien me pasa un papel arrancado de una libreta, donde alguien ha escrito que mi primo Francesco ha muerto.
+
Alberto se prueba unos zapatos que no pegan nada. Le digo que en la planta de arriba hay unos preciosos. Por la planta de arriba cruza un río. Me recuerda a Florencia. Alberto dice que prefiere caminar a comprarse unos zapatos. Desaparece. Me siento junto al puente, en el suelo, y me cubro la cabeza con un periódico porque me molesta el sol. Me siento a esperar. Después de mucho tiempo, me levanto y miro a mi alrededor. Alberto está a mi lado tomando una cerveza. No sé desde cuándo lleva allí, me enfado muchísimo. Dice que no me ha dicho nada porque no me ha reconocido.

fotomatón

miércoles, 18 noviembre 2009. Cruzo un descampado de rastrojos secos hacia una carretera. La carretera no tiene arcén, tengo que subirme a los quitamiedo de los laterales para que no me atropellen. Los quitamiedos están tan altos que uso para subir una cuerda que cuelga de una polea que cuelga de la rama de un árbol. Un hombre tosco y sucio en camiseta interior aparece comiendo un enorme plato de espaguetis. Con la boca llena, me dice que la polea es suya. No me dice directamente que le pague, pero me indica con la mirada que entré y me haga unas fotos en sus cabinas de fotomatón. Junto a la carretera hay un pasillo larguísimo de cabinas. Casi todas están ocupadas, así que sigo caminando y cuando llego al final del pasillo, corro para escapar de allí. Una chica me señala con el dedo donde debo ir, pienso que me indica la parada de tren, pero acabo en el mismo descampado de rastrojos secos de antes.

fresas

martes, 17 noviembre 2009. Bajo por calle Granada y la calle es una tetería con mesitas bajas y sillones. Veo a Blanca, la mujer del escritor Garriga Vela. Le pregunto por su mano, me la muestra, ya no lleva vendaje. Sigo caminando, tengo que esquivar mesas. Llegando a la Plaza de la Constitución, veo un mostrador con cestos de fresas y limones diminutos. A lo lejos veo al poeta Juan Pardo Vidal haciéndome señas. Entiendo que coja algunas fresas para la cena.

tobogán y ascensor

lunes, 16 noviembre 2009. Dentro de una habitación hay un tobogán. Me tumbo, encojo las piernas y me hecho a dormir. Alguien me dice que tengo el pelo quemado. Tiro de un lado del tobogán como si fuera una manta y vuelvo a dormirme.
+
En un portal una pareja le da instrucciones a su hijo de cómo debe comportarse. Ella se parece a Verónica Forqué, incluso hablando, así que no sé si le habla en serio o en broma. El portero me dice que el cine es en el segundo piso, que por nada del mundo me equivoque de botón. Corro hacia uno de los ascensores, que está amueblado como una salita de estar del siglo XIX. En un rincón hay dos botones, se apaga la luz y le doy sin querer al 9. Aparezco en un hall lleno de adolescentes. No sé por qué me parece algo siniestro y me vuelvo al ascensor. Un tipo gordo ha entrado antes que yo, intenta abrir la puerta desde dentro para que yo también baje, pero su desesperación por que yo entre me hace sospechar.

globos

jueves, 12 noviembre 2009. Clara, la hija de mi amigo ex-poeta Daniel Verge y Ángeles, está sentada en el suelo inflando globos. No entiende por qué no suben hasta el techo. Para no decepcionarla, en vez de explicarle que sólo suben los globos de gas, les pongo cinta adhesiva y los pego al techo.

baldosa motorizada

martes, 10 noviembre 2009. Un chico y yo nos desplazamos sobre el asfalto subidos a una baldosa. Tenemos que abrazarnos muy fuerte y mantener el equilibrio porque la baldosa va a mucha velocidad. El chico se sorprende cuando le digo que lo quiero. No nos conocemos de nada, dice. Es por la velocidad, respondo. Cuando la baldosa va lenta, te quiero menos, pero cuando acelera soy completamente feliz, le explico. El chico me besa. Entramos a toda velocidad en la Alameda, vemos a unos obreros extendiendo una red. La red nos detiene. Un policía nos pide el carnet de conducir. Nos somos peces, le grito. El policía nos mira asombrado, nos devuelve los carnets y dice que no hemos perdido ningún punto. Tengan cuidado, dice, hemos cambiado todos los semáforos por redes.

madre mía

lunes, 9 noviembre 2009. Después de tapizar varios sofás escondiendo en su interior unos sobres amarillos, salimos de una nave en el puerto. Todavía no ha amanecido. Una chica muy demacrada se me acerca, la cojo del brazo para ayudarla a caminar. Con las primeras luces veo que es Penélope Cruz. Con lo que yo he sido, dice. Le digo que está mucho más guapa sin maquillar, que no se preocupe por nada, porque un amigo nos va a llevar a casa. En la explanada del parking el poeta Alberto Tesán nos espera apoyado en su coche. Mira, parece un anuncio de perfume, le digo a Cruz. No consigo que se ría. Tesán se quita la camisa y dice que nos sentemos detrás para poder mirarnos las piernas. Efectivamente, al entrar, las faldas se nos suben. Madre mía, madre mía, dice Tesán.
+
Mis tías cuchichean. Dicen que estoy desperdiciando la juventud por no maquillarme. Saco del armario una caja de zapatos llena de cajitas de sombra de ojos. Uso una morada en los párpados y un lápiz negro. Parezco un cuadro de Van Dongen. No me atrevo a salir.

realeza

viernes, 6 noviembre 2009. Cruzo la Plaza de los monos con Antonio Muñoz Quintana y otro chico que no conozco. En los escalones hay lápices tirados. Se agachan a recogerlos y me los dan. Me doy cuenta de que el chico que no conozco lleva puesto mi collar de cuentas de jade. No sé cómo decirle que me lo devuelva después de haber sido tan amable dándome los lápices. Llegamos a un restaurante, mi madre nos espera en una de las mesas. Al poco tiempo llega la infanta Elena y su marido. Se sientan con nosotros. La camarera les pone delante una cazuela de barro que rebosa comida. Dice que quiere hacerse una foto con ellos. Mi madre dice que se ponga a la cola porque ella está antes. Les digo que parecen tontas, y que deje de agasajarlos con cazuelas, que les ponga sopa como a todo el mundo. Marichalar se ríe a carcajadas. Tiene los dientes picados. Me levanto, lo señale y le grito que es un impostor. Acuso a Marichalar de haber robado mi collar. La infanta lo registra, lo saca de uno de los bolsillos, me lo devuelve y me pide perdón.

jedi y trapecio

jueves, 5 noviembre 2009. Llaman a la puerta, mi suegra corre a abrir a pesar de que se lo he prohibido. Empujo la puerta y corro hacia la terraza para impedir que entren por el tejado. Ya han entrado y dos hombres amenazan con violar a mi hermana. Me concentro y llamo a mi padre telepáticamente. Mi padre llega al instante vestido de Jedi. Les propongo a los intrusos un combate de espadas láser. Mi padre saca un boli Bic y lo empuña en posición de lucha.
+
Desde un sitio muy alto veo una coreografía de cientos de personas, en plan "Viva la gente", vestidos de colores. Me fijo en una chica, está sobre el trapecio y lleva tacones. Deseo ser ella.

etiqueta

miércoles, 4 noviembre 2009. Marcos Jurdao lleva la etiqueta de la camisa sobre el pecho, como si fuera una corbata. Le digo que le sienta muy bien, que está muy guapo. Juan Maldonado saca unas tijeras enormes y se la corta, la pone al trasluz de una bombilla para leer lo que dice y se ríe a carcajadas. Mi madre dice que no hagamos ruido porque las enfermas estás durmiendo. Dice que le ha dicho al hijo de la compañera de habitación de mi suegra que Alberto es médico. Le digo que no diga nada, que diga que es informático para que lo dejen en paz. Ella responde que eso es muy feo, mentir y ser informático. Adiós, le digo para no discutir. Antes de salir a la calle saco de un cajón una jeringa enorme llena de sangre y me voy con el miedo y la intención de ponérmela. Una vez fuera veo a una niña en bicicleta, a su alrededor, por el paseo marítimo gente con pinta de los años 70. Tiro la jeringa, me siento muy feliz.

peces rojos y albornoz

lunes, 2 noviembre 2009. Parece una película. Un chico está en el suelo, una excavadora levanta su cuerpo. Desde allí arriba ve cómo alguien tira una bolsa de plástico con dos peces rojos al agua. Él se lanza, como desde un trampolín, a rescatarlos. En ese momento, alguien cierra una trampilla bajo el agua y donde habían caído los peces y el chico, explota.
+
Joaquín Reyes, de "Muchachada nuí", ha organizado una especie de competición por la ciudad que básicamente consiste en que todos huimos y unos tipos intentan dispararnos. Sólo quedo yo, me escondo en bodegas, entre cajas que huelen a humedad. Acabo dentro del tronco de un árbol. Dentro del tronco hay una escalera de caracol que me lleva a una buhardilla, donde Reyes me espera en albornoz. Sabía que ganarías tú, me dice.

stella

domingo, 1 noviembre 2009. Estoy dentro de una especie de pecera de cristal con forma de cubo. A mi lado un hombre repuja una hebilla de cinturón. Veo pasar a Javier Laberia con una niña de la mano. Pienso que por fin tiene lo que siempre quiso, tres hijas (cuando en la realidad tiene una hija y un hijo). Miro a la niña alejarse de espaldas de su mano. Alguien me dice que se llama Stella.
+
Busco una tienda de discos por los alrededores de la Plaza de la Merced. No reconozco ninguna tienda. Empieza a anochecer y hace frío. Me pongo una blusa muy fina sobre un jersey muy grueso con cremallera. Noto que la gente me mira. Me veo reflejada en un escaparate y, efectivamente, parece que vaya disfrazada.