miércoles, 14 septiembre 2011. Bajo una escalera endiabladamente retorcida que lleva a un sótano luminoso. No hay más muebles que un sillón. En el sillón hay una chica con una soga al cuello. Pienso que ha querido ahorcarse pero el clavo de la pared no ha aguantado su peso. Pido ayuda a gritos. Varias personas aparecen de repente, pero en vez de ayudar a la chica que apenas respira, se esfuerzan en quitarme un chicle que llevo pegado a la suela del zapato.