martes, 20 septiembre 2011. Hay una especie de fiesta en el patio de los vecinos de mi abuela. Sr. Chinarro dice que tengo que irme ya, y le cuenta a alguien que no debe preocuparse nadie por mí porque él sabe de buena tinta que estaré bien sola. En ese momento llega un camión de mudanzas y comienza a sacar estanterías rojas y un piano enorme.
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Encuentro sobre la acera una tira de película con cuatro negativos. Reconozco al poeta Montilla, que aparece justo en ese momento. Lleva la capucha de la sudadera puesta. Le digo que tengo sus primeros libros, le pregunto si sigue escribiendo. Se ríe, no se quita la capucha para mirar el cielo. Lo miro yo también. Las paredes son muy altas, el suelo está mojado y me doy cuenta de que voy descalza. Caminamos. Él no deja huellas, las mías son rojas.
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Encuentro sobre la acera una tira de película con cuatro negativos. Reconozco al poeta Montilla, que aparece justo en ese momento. Lleva la capucha de la sudadera puesta. Le digo que tengo sus primeros libros, le pregunto si sigue escribiendo. Se ríe, no se quita la capucha para mirar el cielo. Lo miro yo también. Las paredes son muy altas, el suelo está mojado y me doy cuenta de que voy descalza. Caminamos. Él no deja huellas, las mías son rojas.