viernes, 23 marzo 2012. Juan me llama por teléfono. Dice que ha escrito una canción, la ha enviado a un concurso de la radio y va a sonar en unos momentos. Estoy en una azotea desangelada, en el suelo hay una radio, la pongo. Una chica anuncia la canción, pero la señal no llega bien. Entro en una especie de ático sucio y desordenado, lleno de nidos de ropa y escombros. Alguien llama en ese momento a la puerta. Entre la puerta y el suelo hay un espacio de cinco centímetros. Pienso que no puedo hacer ruido ni encender luces para que nadie sepa que estoy allí. Oigo hablar a una mujer. Le dice a un niño que se siente, que esperarán a que les abran.