viernes, 22 junio 2012. Estoy con dos chicas en lo que parece el hall de un hotel. Por allí pasan escritores y actores conocidos. Entra Raúl Arévalo, se acerca a nuestra mesa, me abraza efusivamente, como si nos conociéramos de toda la vida, como si lleváramos mucho sin vernos. Habla con las chicas de David González. Me preguntan por él, pienso que esperan que lo critique. David es como yo, no tiene memoria para lo malo, les digo. Nada más decirlo, me pregunto si será cierto.