martes, 26 junio 2012. Llego a una especie de iglesia con una puerta de más de diez metros de alta, muy pesada. La empujo con todas mis fuerzas. Detrás no hay nada. Andrés dice que no la cierre, que deje correr el aire. En el suelo hay un agujero por donde sale aire muy frío. Llega Antonio, dice que la lectura de Sanmartín va a empezar. Me extraña que lleve bolso. Dice algo sobre que todos los poemas deben rimar. Hasta los tuyos, dice y me pega con en bolso. No comprendo nada. La iglesia se transforma en una playa. Sanmartín juega con la arena. Le pregunto si busca algo, pero no dice nada y me pongo a buscar con él. Mientras, Andrés y Antonio se han convertido en jirafa y en cebra, y van vestidos de legionarios. Se calientan las manos un una pequeña hoguera.