viernes, 8 junio 2012. Parece una habitación de hotel aunque a ratos parece un hospital. Allí está mi familia, en la terraza, alrededor de una mesa haciendo tiempo. En la habitación está mi tía haciendo un recuento de muestras de cosméticos. Mi hermana y Andrés están en un sofá viendo fotos. Salgo al pasillo. La moqueta está llena de cáscaras de pipas. Entra y sale gente de la habitación de al lado. El ministro de Economía me saluda. Dice que desde la habitación no se entiende nada Es por el eco, le digo. Lo acompaño hasta el punto del pasillo donde se oye bien. Lleva chaqueta y corbata, pero en vez de pantalón, una falda gris por la rodilla y unos tacones negros de aguja. Lo que quieres oír es un discurso que alguien está dando en la calle. Vuelvo a la habitación de mi familia. En el pomo de la puerta hay dos pelucas, una rubia con flequillo y otra pelirroja. Me pongo la pelirroja, la melena me llega a la cintura. Encima me coloco un gorro de lana. ¿Qué tal me queda el pelo largo? Mi hermana tuerce el gesto, Andrés dice que a mí todo me sienta bien, mi tía sigue contando cosméticos. En la terraza, al rededor de la mesa, ya no están mis padres, hay un montón de niños. Uno de ellos se acerca a tocarme el pelo. Tira fuerte, le digo. Se queda con cara de asombro y la peluca en la mano. Ya eres un verdadero Apache, le digo.