domingo, 24 junio 2012. Mi madre y Fernando arreglan algo sobre la mesa, algo muy pequeño que les hace estar pegados, con las cabezas muy juntas. Pienso que parecen dos cirujanos operando a una hormiga. Ni si quiera se dan cuenta de que he llegado, así que enciendo el ordenador y me pongo a escribir. Al cabo de unos minutos recogen lo que estaban haciendo. A otra cosa, dice Fernando. Mi madre abre un cajón y saca un puñado de baratijas rotas. ¡Este chico es un manitas!, dice entusiasmada.