lunes, 8 septiembre 2014. Estoy en un bar de carretera con un grupo de poetas. Tenemos una lectura en unos minutos. Un chico dice que ha escrito un poema en una servilleta de papel, que le diga qué tal está. Retuerce la servilleta hasta convertirla en una flor. La abro, sólo hay manchas de café. Aparece Luciano de la mano de un niño. Lo oigo hablar con Pepe sobre la salud de su padre. Todos se van a la lectura. Alberto y yo salimos con retraso, los perdemos de vista. Me doy cuenta de que voy descalza y llevo un vestido que nunca he visto. La lectura ha comenzado. Busco al chico para devolverle la servilleta, ya sin forma, pero no está. Me toca leer. He olvidado los poemas en el bar. Saco unas cuartillas en blanco e improviso unos poemas. El último es una canción, digo al público. La canto en francés. Mientras canto, pienso que me he vuelto loca, que es imposible que yo esté haciendo todo eso.