jueves, 23 marzo 2017. Llego a un mostrador. Se supone que es una consulta autoservicio. Parece que estemos pasando la ITV. Una chica sale y me toma la tensión. ¡90-66!, dice muy sorprendida. ¿Quieres decir 9.0-6.6? Sí, ¡está altísima! ahora misma le asigno un especialista, dice. Pienso que es muy baja, pero no digo nada. Sale un chico muy parecido a Eduardo Laporte, pienso que es él, pero tampoco digo nada. Me da un paquete con ropa. Es ropa técnica, dice. Debo llevarla durante 72 horas. ¿Cuándo empiezo? Póntela ahora mismo, ahí (señala un rincón del suelo), que no te dé vergüenza. Le digo que prefiero ir al servicio. Suena un timbre y desaparece sin decir nada. Aparece otro chico, me acompaña al servicio de caballeros. De repente estamos en un mercadillo. El chico extiende mi ropa sobre el suelo. Como ves, la puedes combinar. Una chica coge varias de mis prendas y corre a ponérselas. Cada vez entiendo menos. Mientras pienso qué me pongo se ha hecho de noche. El falso Laporte aparece en albornoz, con una toalla liada en la cabeza. Me saluda. ¿Qué tal te ha ido?, pregunta. Bien, he conocido al auténtico Doctor Cenicienta, le digo. Se ríe. Me sorprende que pille la broma. Mira cómo voy vestida (todavía no me he puesto la ropa técnica) y mueve la cabeza a modo de reprimenda