domingo, 26 marzo 2017. Llego tarde al colegio. Alguien me entretiene justo antes de subir el último tramo de escalera. Llevo libros de madera que pesan muchísimo. Una monja avisa que va a cerrar. Al ver que empiezo a subir con dificultad, cierra la puerta. Qué hija de puta la monja, digo entre dientes. Una chica que me ha oído dice que podemos entrar por debajo. Hay unas láminas de plástico que tapan una gatera. Entramos. Busco mi clase, pero todas las clases están en obras. Oigo de fondo a un grupo de niñas rezando.